La presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, anunció la noche del lunes medidas para beneficiar a pequeños y medianos productores, pero los dirigentes agrarios las consideraron insuficientes y ratificaron el paro que inicia su vigésimo día y ocasiona desabastecimiento de alimentos.
En un acto en la Casa de Gobierno, junto a ministros, gobernadores, empresarios y sindicalistas, Kirchner ratificó la vigencia del aumento a las exportaciones de soja, anunciado el 11 de marzo pasado, y que fue el detonante de la virulenta rebelión del campo en todo el país.
Los dirigentes de las cuatro entidades más importantes del sector esperaban, como mínimo, que el Gobierno suspendiera por lo menos por 90 días la resolución para poner fin a la huelga y a los centenares de cortes de ruta y retomar el diálogo con el gobierno, truncado el pasado viernes.
Los productores mantuvieron la resistencia en los bloqueos de rutas, donde este lunes personal de Gendarmería (policía de frontera) fuertemente pertrechado tomó posición para garantizar el paso de camiones con alimentos y leche.
Algunos incidentes se produjeron en el conflictivo bloqueo de la ruta 14, una vía de intensa circulación de mercaderías de los países del Mercosur.
De todos modos, los propios productores acordaban el libre tránsito de mercaderías perecederas y leche, debido al creciente desabastecimiento de las grandes ciudades, que despierta malestar y preocupación en la población.
La presidenta insistió en que la aplicación de las retenciones (impuestos a las exportaciones) permite que los precios internos no se disparen al unísono con el fuerte incremento de los precios internacionales de las 'commodities' y, además, sirven para incentivar determinados cultivos.
Explicó que como resultado del 'boom sojero', de los 30 millones de hectáreas cultivables que tiene el país, casi el 50% se dedicada a ese cultivo. "De esa soja, los argentinos consumen el 5% y el resto se exporta. De la mitad de la tierra cultivable que resta, el campo produce trigo, maíz, carne, leche, que son básicos en la dieta de la población", explicó Kirchner.
"Les pido una vez más que por favor dejen transitar a los camiones y se piensen como parte de un país no como propietarios del país", instó la mandataria, al tiempo que reiteró que las puertas de la Casa Rosada siguen abiertas para el diálogo.
El ministro de Economía, Martín Lousteau, fue el encargado de detallar el paquete de medidas, cuyo puntal es el reintegro automáticos sobre las retenciones a quienes producen menos de 500 toneladas de soja (eso es entre 200 y 300 hectáreas).
Además, esa franja -calculada en unos 62.000 productores- tendrá subsidios para el flete cuando se encuentre a 400 o más km de los puertos, y créditos blandos de la banca estatal.
También contempla incentivos a la producción láctea y ganadera, que disminuyó significativamente en los últimos años, marginada por el 'oro verde'.
Según Lousteau, el 20% de los productores de soja concentra el 80% de la producción y, de ese 20%, el 2,2% se queda casi con el 46%. "Está claro que los precios internacionales propenden a una mayor concentración", sostuvo.
Pese a las explicaciones, Mario Llambías, presidente de Confederaciones Rurales Argentinas consideró que el "gobierno no entiende el problema del campo" y adelantó que el martes debatirán con las bases los pasos a seguir.
Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria Argentina ratificó que seguirá la medida de fuerza hasta el miércoles como estaba pautado y también los cortes de ruta, aunque insistió en dejar pasar camiones con alimentos para evitar el desabastecimiento.
La falta de carnes, verduras y lácteos en los negocios minoristas recrudeció en los últimos días y los consumidores denunciaron fuertes aumentos de precios por la falta de oferta en los grandes mercados de distribución.
El gobierno y el campo están embarcados en una puja por la suculenta renta de la soja, cuya cosecha está calculada en unos USD 24.000 millones este año que equivale a poco menos de la mitad del total de las exportaciones.
La huelga del campo estalló el 13 de marzo después de que el gobierno anunciara un esquema de impuestos flotantes a las exportaciones agrícolas que variarán en función de los precios internacionales de la soja, el girasol, el trigo y el maíz.
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