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La Unión Europea después del 'no' irlandés

  • La UE debe construir instituciones fuertes que soporten una posición internacional firme.

La Unión Europea superó un año complejo que estuvo marcado por un "no" de Irlanda al Tratado de Lisboa que volvió a poner en peligro una reforma que se hace cada vez más necesaria desde que la UE se amplió a veintisiete miembros.

Tras el revés sufrido en Irlanda, la UE revivió la pesadilla de las consultas en Francia y Holanda, que en 2005 rechazaron la Constitución Europea, pero la continuación de las ratificaciones en otros países limitó los daños y evitó el hundimiento total del Tratado.

La cumbre de diciembre, la última del año, logró un pacto por el que Irlanda se comprometía a aprobar el texto antes de noviembre de 2009 a cambio de que la UE dé marcha atrás en su plan de reducir el tamaño de la Comisión Europea. Si Dublín logra la ratificación en el plazo previsto, la UE mantendrá un comisario por país. Aunque varios estados mostraron sus reticencias, los líderes comunitarios valoraron más la puesta en marcha del Tratado que reformar la Comisión.

Pese al moderado optimismo, desde Bruselas se insiste en que no está garantizado un resultado favorable en una nueva consulta irlandesa.

Irlanda afronta una grave crisis económica, con un Gobierno debilitado encabezado por un primer ministro, Brian Cowen, que asumió el poder un mes antes del referéndum tras la dimisión de Bertie Ahern por un supuesto caso de corrupción.

El calendario que se maneja ahora es que el Tratado, si es ratificado por los países que faltan (Irlanda y la República Checa, ésta por vía parlamentaria), pueda entrar en vigor a finales de 2009 o en enero de 2010. Ello permitirá poner en marcha una reforma institucional que lleva años intentándose aplicar y que se frustró por primera vez con los rechazos francés y holandés a la Constitución. Esta modificación está motivada por la dificultad cada vez mayor de lograr un consenso entre los Veintisiete, lo que hace necesario contar con personalidades fuertes al frente de las instituciones y acabar con el sistema de presidencias semestrales.

El Tratado de Lisboa prevé la creación de una nueva figura, la del presidente estable del Consejo Europeo. Además, la jefatura de la diplomacia de la UE, que actualmente ocupa Javier Solana, pasará a denominarse Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad y ejercerá una de las vicepresidencias de la Comisión.

La UE precisa poner en marcha estos cambios para tener instituciones fuertes que le otorguen una posición internacional más firme ante una situación internacional cada vez más complicada.

Pese a todos los problemas que arrastró, la UE resultó imprescindible en la gestión de crisis de seguridad como la que enfrentó a Rusia con Georgia o en la búsqueda de soluciones a la grave situación económica mundial. Para ello fue de gran importancia la frenética actividad desplegada por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, responsable de la Unión durante el segundo semestre. De hecho, la UE desplegó en 2008 más soldados, policías y civiles que nunca, con el lanzamiento de las misiones en Chad, Georgia, Kosovo y contra la piratería en Somalia.

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