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Una herencia envenenada

  • En su último encuentro como presidentes de sus respectivos países, Putin y Bush no escatiman elogios, pero dejan en el tintero los temas conflictivos entre ambos

El templado clima en el paraíso vacacional ruso de Sochi, a orillas del Mar Negro, tuvo efecto sobre Vladimir Putin y George W. Bush en su cumbre de despedida. "Estoy feliz de que la prensa no haya visto cómo intenté bailar", bromeó el presidente estadounidense Bush tras una cena conjunta. "Es una pena, pues bailas estupendamente", alabó el jefe del Kremlin a su anfitrión.

En su último encuentro como presidentes de sus respectivas naciones, Putin y Bush no ahorraron gestos de simpatía mutua y sellaron un último acuerdo no vinculante sobre la "cooperación estratégica" de sus países. Sin embargo, faltó el esperado avance en los temas de disputa de ambas naciones.

En el duradero conflicto en torno a los planes de EEUU de construir un escudo de defensa antimisiles en Centroeuropa, no se cumplieron las expectativas existentes para lograr "alguna forma de acuerdo". "Queda mucho trabajo por hacer", dijo el presidente estadounidense, "pero los avances en las negociaciones son manifiestos", añadió. También Putin expresó un "prudente optimismo" de que se tomen en serio las consideraciones de seguridad de Moscú.

Ya en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Bucarest, el jefe del Kremlin sonó más bien conciliador, tras las pruebas de fuerza del pasado, y ofreció "amistad" a Occidente. La OTAN apoyó los planes de un sistema de defensa antimisiles en Europa y ofreció, como también hace Bush, "medidas de construcción de confianza" a Rusia.

La señal que circuló en la residencia de verano Bocharov Ruchei era evidente. "La Guerra Fría ha terminado", dijo el presidente estadounidense. "Rusia no es un enemigo", palabras que gustaron en el Kremlin. Pese a todas las diferencias de opinión, lo más importante es que ambas partes quieran seguir hablando y buscar "compromisos activamente", comentó un funcionario ruso. Hay, como se esperaba, una buena señal para las relaciones entre Rusia y EEUU.

Los politólogos hicieron balance: Bush y Putin se esforzaron durante su despedida en "limitar los daños" en las relaciones entre Moscú y Washington. "Algo cambiará realmente ahora", opina el experto Alexei Malashenko, del Centro Carnegie de Moscú.

El sucesor de Putin, Dimitri Medvedev no es defensor de la "dura retórica antioccidental". El propio Putin, ex jefe de los servicios secretos rusos KGB, ya había dicho que Occidente no tendría que temer sus relaciones con el aún vicejefe del Gobierno, que no hizo carrera en los servicios secretos.

Pese a que los comentaristas criticaron en primer plano que Bush y Putin apenas pudieron trasladar a acuerdos políticos concretos su amistad en el transcurso de más de 20 encuentros, en conjunto, Bush se mostró satisfecho con los logros. Tras una reunión con Medvedev, se expresó optimista sobre el futuro de los contactos. Medvedev es un "tipo inteligente y recto", dijo el mandatario estadounidense que, a juego con los sus interlocutores rusos, llevaba una corbata roja.

El lema de Sochi fue "acabar con todo" antes de que Putin deje su cargo en mayo y Bush lo haga a comienzos de 2009. Sin embargo, los mandatarios dejan una difícil herencia, entre otros aspectos con la disputa sobre el tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) que Moscú abandonó de forma unilateral. En una declaración conjunta, Bush y Putin acordaron seguir reforzando las relaciones económicas y la colaboración energética. Además, Bush apoyó el deseo de Moscú de entrada en la Organización Mundial del Comercio antes de final de año.

El propio presidente estadounidense escogió la residencia de verano de Putin entre el Mar Negro y las montañas del Cáucaso para despedirse: sus padres realizaron una visita privada en 2003 al complejo construido tras la muerte de Stalin que les entusiasmó.

En vestimenta informal, Putin recibió a Bush y a su mujer, Laura, en la noche del sábado con besos en las mejillas y abrazos. Además, Putin presentó con orgullo los preparativos de los Juegos Olímpicos de invierno que tendrán lugar en 2014 en Sochi. "Espero que me inviten", manifestó Bush.

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