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La victoria del ex obispo Lugo abre una nueva etapa en Paraguay

  • El líder progresista consigue el 40,83% de los votos con su coalición de partidos y acaba con seis décadas de gobierno absoluto del Partido Colorado

El ex obispo progresista Fernando Lugo logró el domingo la hazaña histórica de terminar con seis décadas de gobierno absoluto del Partido Colorado, con lo que se abre para Paraguay un futuro de esperanza pero también de incertidumbres.

Lugo se hizo con el 40,83% de los votos, consiguiendo una diferencia de diez puntos sobre la candidata oficialista, Blanca Ovelar, quien consiguió el 30,71%. En tercer lugar quedó el aspirante por la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), Lino Oviedo, obteniendo el 21,98% de los comicios.

Una figura emergente en la política nacional como Lugo logró una victoria incuestionable, lo que nunca en ese tiempo pudo hacer la oposición, principalmente el tradicional Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), durante 61 años y en especial tras el final de la larga dictadura del colorado Alfredo Stroessner en 1989.

Con un país sumido en la pobreza, el desempleo que envió a la emigración a cientos de miles de paraguayos, el ex obispo de la deprimida diócesis de San Pedro (centro) surgió hace dos años como una de las últimas esperanzas para unir la oposición.

Aunque lo consiguió una coalición de todos los grupos descontentos con el régimen como era su intención, hace ocho meses si logró aglutinar a la derecha representada por el PLRA y a una treintena de grupos de izquierdas y organizaciones sociales.

Su discurso esperanzador de unión de todos los paraguayos para buscar el bien común se plasmó primero un amplio espectro ideológico que le llevó el domingo a la victoria, en una fórmula con el líder del PLRA, Federico Franco, un confeso admirador de líderes conservadores como José María Aznar.

Lugo tendrá que compaginar, en primer lugar, proyectos tan diversos como el de Franco y otros sectores más centrista del PLRA, a los de grupos izquierdistas como el movimiento radical Tekojojá o el partido Movimiento al Socialismo (P-MAS), afines a políticas como la del venezolano Hugo Chávez o del boliviano Evo Morales.

La espontánea concentración de miles de personas que tomó el centro de Asunción la noche del domingo al conocerse la victoria del ex obispo fue un signo de la esperanza con la que los paraguayos recibieron el cambio y la ansiada caída de los colorados.

En sus primeras intervenciones como presidente electo, el ex prelado insistió en la nueva era de la política nacional "sin clientelismos ni sectarismo", pero todo dependerá de la composición del nuevo Parlamento.

El Partido Colorado, casi con seguridad, volverá a formar grupos fuertes en ambas cámaras, pero como bien sabe el actual presidente, Nicanor Duarte, no siempre votan en bloque por la diversidad de fracciones internas. Antes de asumir la Presidencia el 15 de agosto, Lugo tendrá que meditar mucho para poder formar su gobierno, que ya adelantó integrarán "los mejores, sin distinción de colores".

Otras dudas que tendrán que ser despejadas en los próximos meses es la relación de Lugo con los vecinos, en especial con Brasil, por su reivindicaciones sobre los beneficios de la hidroeléctrica conjunta de Itaipú, que se niega a renegociar su tratado a pesar da la afinidad ideológica con el presidente Luis Inácio Lula da Silva.

También existe expectativa con la posición del Vaticano por la rebeldía de quien considera todavía obispo y ahora electo presidente de un país de amplía mayoría de católica, religión a la que no renuncia el futuro gobernante.

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