El marco donde Olga desarrolla su curso musical está ambientado en los años sesenta y setenta, si bien sus raíces se nutren de los clásicos como Cheicovsky, Bach, Strauss, Beethooven… Es en España y particularmente en Guardias Viejas, donde Olga conoce a un grupo de músicos con un proyecto aun por terminar, inicia su recorrido por una vasta despensa musical. Los conocimientos que personajes del grupo le aportan, despiertan en ella su sensibilidad primero y su curiosidad después.

Así Olga se sumerge en los grandes dinosaurios del espectro musical hasta destilar la esencia de los momentos mágicos de las obras universales y maestros de la talla de Chuck Berry, Bob Dylan, The Beatles, Emmylou Harris, Mark Knopler… y un largo etcétera de reconocidos grupos y artistas.

De la mano de Jerry Lee Lewis, Lanz, Winston… es capaz de distinguir el “quejío” flamenco que nos devuelven The Doors desde tierras lejanas, como acercarse a la obra híbrida de Procol Harem llena de connotaciones “Bacterianas”. Desde el refinamiento de los valses de zares hasta la campera simpleza de la balada vaquera, Olga interpreta el camino con sorpresas agradables.

La artista ha manifestado a la concejalía de Cultura su “reconocimiento por el respeto que profesan en la integración de la cultura y la historia en este ciclo de conciertos en el Castillo de Guardias Viejas”. Y cita: “Nuestro recuerdo imborrable al Castillo solitario con la añoranza de esas noches en que sopla ese mágico y fresco viento de poniente. A su silbido, a la frescura de sus caricias, a la limpieza de sus olores”.