Cultura

Brillante festival fin de curso de la Academia Adagio de El Ejido

  • Excepcional trabajo de Rosa María Rubio en esta Gala Benéfica para la Asociación de la Lucha contra el Cáncer

Un año más, la Academia de Danza Adagio de El Ejido celebró su festival de fin de curso, que tradicionalmente realiza a beneficio de la Asociación de la Lucha contra el Cáncer. La del pasado sábado fue la XVII edición, por lo que ya se ha convertido en un referente, no en vano el Auditorio de El Ejido volvió a registrar, como en anteriores ediciones, un lleno absoluto.

La causa lo merecía, y el prestigio alcanzado durante todos estos años por la academia que dirige Rosa María Rubio, hace que no sólo acudan las familias de las alumnas. Tras unas breves palabras de la presidenta de la Asociación del Cáncer, Ángela Carande, y posteriormente de Nacho León, colaborador en esta edición del festival y profesor del Conservatorio de Danza de Almería, comenzó la primera parte con la representación de la obra de danza clásica, El Lago de los Cisnes, que en esta ocasión fue la elegida para iniciar el evento.

Con la música de Tchaikovsky y coreografía de Rosa María Rubio, a partir de la versión de Marius Petipa, comenzaron a emerger en escena los personajes de la mítica obra dividida en tres actos. La aparición de Alberto Serrano, encarnando al Príncipe Sigfrido, levantó los primeros aplausos de la noche, quizás porque en la retina de algunos de los presentes permanecía la buena actuación en la edición anterior del prometedor bailarín.

También destacó su pareja de baile, Anna Danshina, que protagonizó un paso a dos que el mismo Alberto Serrano coreografió. La segunda parte comenzó con números de escuela bolera y danza estilizada para introducir a los presentes en los comienzos de la danza española.

Luego, antiguas alumnas de la academia, que en representación del Conservatorio de Danza de Almería lograron en Córdoba el segundo premio en el reciente Concurso Coreográfico Andaluz 2009, interpretaron Varnas, tres castas de la India.

Posteriormente, en Tangos de Nueva Delhi, con música de Gualberto, la guitarra flamenca y el sitar se fusionaron para que el grupo más joven de la academia hiciera las delicias del público. Los siguientes números de flamenco no hicieron sino corroborar el excelente trabajo llevado a cabo durante todo un curso.

Para el final, quedaba la interpretación más extensa, La Tarara, con arreglos de Ara Malikian, en la que participaron diferentes niveles de la academia y que sirvió de brillante epílogo.

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