Cultura

El CAF presenta una colección de retratos de Inge Morath

  • La fotógrafa austriaca siempre fotografió a los personajes en su entorno cotidiano, sin manipular en ningún caso las imágenes y mostrando tal y como eran

Desde ayer la colección Retratos de Inge Morath, discípula de Henri Cartier-Bresson y Robert Capa, llega a una de las salas del Centro Andaluz de la Fotografía, dependiente de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Retratos documenta 50 años de vida de esta fotógrafa de la Agencia Magnum, quien viajó por todo el mundo para retratar personalidades políticas, sociales y culturales de la segunda mitad del siglo XX; de ahí el matiz histórico que despiden estas imágenes.

Lo peculiar de Morath es que nunca trató de fotografiar momentos pasajeros o situaciones casuales, sino más bien de captar al sujeto tal como era realmente, sin manipulación de ningún tipo y en su entorno cotidiano, muchas veces en el proceso de creación de sus obras o posando junto a ellas.

La exposición está compuesta de 90 imágenes en blanco y negro, entre las que podemos destacar a Marilyn Monroe durante los descansos del rodaje de la película Rebeldes; Igor Stravinski, quien la recibió en su vestuario; Jean Cocteau posó para ella frente a la chimenea; y Alexander Calder le permitió tomar la última foto antes de su muerte. Por su cámara pasaron Picasso, Neruda, Henry Moore y el ambiente intelectual neoyorkino. Precisamente fotografiando cine conoció al que más tarde fue su marido, Arthur Miller, considerado uno de los mejores dramaturgos del siglo XX.

Esta exposición es fruto de la estrecha colaboración que han desarrollado el Centro Andaluz de la Fotografía y el Foro Cultural de Austria.

En sus obras capta al sujeto tal como es, dejando de lado toda puesta en escena. No existe manipulación alguna, salvo el cuidado de la composición, la coherencia de líneas, superficies y volúmenes, así como la sutil escala de grises sin contrastes ni transiciones bruscas.

Del mismo modo sabe jugar con lo inusual y beneficiarse de lo inesperado: una oreja esculpida por Louise Bourgeois; un ramo de tulipanes y una cortina de encaje para Ilya Ehrenburg; o la superficie negra de un piano para Vladimir Horowitz.

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