Cultura

"Visto con mi propia ropa, porque me sale más barato"

Hoy se cumplen 58 años del nacimiento de Adolfo Domínguez, uno de esos pioneros que abrieron camino a la moda española. Fue el primer diseñador nacional en inaugurar una marca con su nombre en la capital e incluso se atrevió a vender acciones de la cadena, convirtiéndose en una de las cotizaciones estrella de la Bolsa de Madrid. Su estilo urbano y funcional introdujo una alternativa al diseño clásico que actualmente, cuenta con adeptas en todo el país.

-Existe otro Adolfo Domínguez universal: Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, un maestro de las letras. ¿Se considera también un artista, como su tocayo?

-Una cosa es cómo te ves tú, y otra cómo te ven los otros. Bécquer fue el mejor poeta del XIX español, después de Rosalía de Castro. Rosalía es superior, y no porque sea gallega. Yo no juego en esa liga. Soy empresario y costurero.

-¿Es cierto que usted también se ha atrevido con la literatura?

-Sí. Publiqué una novela, Juan Griego, y presenté una pieza teatral en portugués, Todos los hombres. Desde niño he coqueteado con la literatura, me apasiona leer. Escribir bien es una de las tareas más costosas a las que puede enfrentarse una persona. Pero es un ejercicio de conocimiento interior formidable. Mejor que cualquier terapia.

-Al entrar en su página web lo primero que se lee es: "En cada rostro está escrita la historia secreta de cada ser humano". Es una sentencia muy profunda. ¿Quiere decir esto que aunque la mona se vista de seda, mona se queda?

-No. Significa que el rostro que tienes a los quince años es el que te ha dado la naturaleza, a los cincuenta tienes el que tú te has hecho. La vida moldea hasta los huesos.

-¿Cuándo supo que estaba predestinado a dedicarse a la moda?

-En Inglaterra me di cuenta que allí no se gastaban el dinero en catedrales, sino que lo invertían en fábricas. Era un país de tenderos y comprendí que en España estábamos lejos de eso, así que decidí volver a casa y convertir la sastrería de mi padre en una empresa. Algo que en Galicia apenas existía.

-Si no hubiese sido diseñador, ¿a qué le hubiera gustado dedicarse?

-Hubiera sido físico. La ciencia me apasiona. Y leo bastante divulgación científica. Recomendaría La naturaleza humana de Jesús de Mosterín. Tampoco me hubiera importado ser músico. Dios, si existe, es un gran matemático y un gran músico.

-Actualmente su marca cotiza en bolsa. ¿La moda es un valor en alza?

-Creo que la moda es necesaria. Con la ropa escondemos defectos y realzamos virtudes. Nos vestimos para gustar a los demás. Para que nos quieran. Nadie quiere renunciar a que la quieran un poquito más cada día.

-Hace tiempo acuñó el lema la arruga es bella. Dénos el ejemplo de algunas mujeres entradas en años que usted escogería como embajadoras de su firma.

-Habría escogido a Audrey Hepburn o María Callas. Lamentablemente ya no podrá ser.

-Sin embargo, también declaró que la obesidad se debe al ocio excesivo, luego… Su ropa no está hecha para las mujeres con curvas, ¿verdad?

-Al contrario. La línea Adolfo Dominguez + nació con la filosofía de que, al igual que la arruga, la curva también es bella. Es una colección para mujeres que usan tallas comprendidas entre la 44 y la 56, incluso 58. Y funciona bastante bien.

-¿Es usted de los puristas que sentencian aquello de que después de Balenciaga, nada?

-Balenciaga ha sido sin duda el diseñador más grande y sublime de todos los costureros. Sin embargo, la diseñadora más influyente fue Coco Chanel. Fue la que le dio forma estética a lo que sucedió en la Primera Guerra Mundial: como los hombres se fueron al frente, las mujeres los sustituyeron en las fábricas, acortaron faldas, redujeron encajes y volantes. Tuvieron que vestirse de una manera más sencilla. Chanel estilizó este fenómeno de la calle. Pero en mi opinión, si hay un diseñador que trasciende al mundo del arte, ése es Balenciaga, quien fue todo un acontecimiento.

-¿Qué porcentaje de ropa de otros diseñadores podemos encontrar en su armario?

-Visto siempre con mi ropa, me sale más barato.

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