CRÍTICA 'TRES HERMANOS Y UNA HERENCIA'

Las cenizas de Francia

tres hermanos y una herencia. Comedia, Francia, 2014, 103 min. Dirección y guión: Didier Bourdon, Bernard Campan, Pascal Légitimus. Fotografía: Pascal Caubere. Música: Olivier Bernard, Didier Bourdon. Intérpretes: Didier Bourdon, Bernard Campan, Pascal Légitimus, Sofia Lesaffre, Antoine du Merle, Christian Hecq, Daniel Russo, Vivienne Vernes.

Con la tranquilidad de saber que no estamos ante la enésima "comedia francesa de la temporada", Tres hermanos y una herencia recupera a los tres hermanos de distinto padre (y tono de piel) que protagonizaran Tres hermanos muy primos en 1997.

Mucho más cerca de la incorrección anarquizante que de los mensajes timoratos y conservadores de comedias tipo Intocable o Dios mío, pero qué te hemos hecho, Tres hermanos y una herencia sigue riéndose de la realidad multicultural francesa y de las miserias económicas y morales de tres hermanos fracasados que sólo se juntan cuando hay herencias familiares de por medio. Si en aquella primera entrega eran los padres, en esta ocasión se trata de la madre, una antigua cantante cuya herencia sólo podrán cobrar si pagan los correspondientes derechos, aunque ni para eso juntan entre los tres.

Lo que viene a continuación es una aventura de coche, caravana y banlieu en la que el realismo social queda desbordado por una dirección enfática, un ritmo enérgico y un sentido del gag que alterna las situaciones visuales de tebeo con una locuacidad que sólo aquellos que vean la cinta en VO podrán disfrutar en todo su esplendor. Hay lugar aquí también para el transformismo, la imitación y el disfraz, lo que hace de este filme una propuesta fuera de toda fórmula que se guarda siempre en la manga una situación más patética y bochornosa que la anterior para nuestros desgraciados protagonistas.

Burdion, Campan y Légitimus, conocidos en Francia por sus apariciones televisivas como Les Inconnus, siguen funcionando como trío cómico complementario y hacen pensar en una fraternidad mestiza e imposible en la Francia de Le Pen, lo cual ya es lo suficientemente subversivo como para darle valor a la propuesta. No es menos cierto que los numerosos guiños locales y un desfile de rostros poco conocidos hacen de este filme un ejercicio de alto riesgo para la siempre perezosa taquilla española.

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