Parafraseando al castizo refrán que recibe al viajero el puente peatonal que une el madrileño Parque de Roma con Moratalaz, Jesucristo ha escogido la 'ville de Almería' (ya que he empezado con frases célebres, cuál más añorada que la que se pronunció en Túnez y que nos otorgó los Juegos de 2005) para regresar al cielo y ver si el mundo hoy es mejor que ayer.

Sinceramente, creo que se echaría las manos a la cabeza de ver que entregó su vida por un ser humano que cada día es menos humano y más animal. Mires a la parte que mires del planeta, se respira de todos menos paz y bondad. Habría que buscar con el microscopio alguna isla perdida de un archipiélago desconocido para encontrar un sitio sin contaminación, guerra, supremacismos, odio fratricida... Imagino que lo habrá, pero tengo claro que allí no hay ni rastro de personas, son los animales los que mandan y es la ley de la selva la que impera. "¿Me dejé crufificar por esta panda de...?". Judas, Caifás y Poncio Pilato a nuestro lado son la Madre Teresa de Calcuta, Gandhi y Nelson Mandela.

¡Qué pena de planeta! Tanto progreso y tanto creeros el ombligo del mundo, lo único que nos lleva es a perder los valores y a deshumanizarnos. Tanto móvil, tanta consola, tanto programa basura en la televisión, tanto coche de alta gama, y luego somos infelices porque justo queremos lo que no tenemos. Ya lo cantaba 'El Consorcio': "Todos queremos más; todos queremos más; todos queremos más;y más y más y mucho más. El pobre quiere más; el rico mucho más; y nadie con su suerte; se quiere conformar".

El Señor nos abandona después de haber resucitado y nos deja el mensaje de todos los años. Es difícil que cale entre nosotros porque nos interesa más el último modelo de botas de Messi o el peinado de Cristiano Ronaldo. Pero lo mismo este año, por aquello de la evolución de la especie, somos mejores personas.

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