Eesto es la Segunda División. Una categoría tan igualada que aún jugando mal puedes ganar un partido por diferencia de tres goles y parecer que has hecho un gran encuentro. Y lo destacable está en el esfuerzo y mérito que el conjunto de Luis Miguel Ramis implantó, porque necesitaba ganar aunque fuese de la forma menos estética posible. El punto clave del partido lo podemos encontrar en el cambio táctico al permutar a Pozo y Fidel de banda. A pierna cambiada lo que el entrenador rojiblanco buscaba era tener superioridad por dentro y ser dominadores de la posesión y el juego. Eso era la teoría. La práctica decía que el Almería no era capaz de rasear el balón con criterio y por consiguiente no había ni desborde ni jugadas en las que se sucediesen muchos pases consecutivos. En definitiva: un caos de partido que se dulcificó un poco cuando Fidel volvió a su origen en la banda izquierda y Pozo encontró su espacio como si de Isco se tratase.

No es que luciese mucho el juego rojiblanco pero sí le sirvió para ganar el partido. Y claro de eso se trata en esta categoría, de ganar en casa y buscar puntos fuera. Por eso podemos estar con una relativa tranquilidad. Porque aún jugando feo, la Unión Deportiva Almería se sabe conocedora de su fuerza en ataque hacia la portería rival. Tiene jugadores determinantes capaces de decantar un partido, si bien en una ocasión fue una llegada desde segunda línea del centrocampista argentino Tino Costa, en otra fue una excelente jugada trenzada, impropia de este partido, que definió a la perfección Pozo lo que le llevó a Ramis a respirar tranquilo sabedor que estos puntos dan confianza a la plantilla. El balance final es un sí pero no. Cuidado que de esta forma no se va a engañar con el resultado cuando haya equipos delante sin la frigidez defensiva y la esterilidad ofensiva que demostró el Sevilla Atlético.

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