Los amantes del fútbol, y los del billar también, tuvimos la oportunidad de apreciar, de disfrutar de uno de los goles postulante al mejor del año. Cristiano Ronaldo en una acrobacia solo a su alcance, se elevó, un metro, dos metros, casi tres metros, para clavar en el palo izquierdo de Buffón un balón de esos que recogerá la historia. Si CR7 se caracteriza por algo, es por su trabajo y constancia. Ahora, a sus 33 años, consiguió hacer lo que tantas veces le hemos visto intentar. Un gol de chilena, un golazo de una dificultad técnica y física extraordinarias. Todos los grandes jugadores tienen un gol por el que se los recordará; Maradona a Inglaterra, Francéscoli a Polonia, Zidane al Bayer, Messi al Getafe y Ronaldo a la Juve. Para gustos los colores, pero cada uno de ellos contiene una belleza exquisita que nadie puede negar, al margen de la importancia de la conquista o lo que ha significado para el equipo. Consultados sobre el asunto, Zidane, en la misma rueda de prensa posterior al triunfo del Madrid, dijo que el mejor gol había sido el suyo de volea a Oliver Kahn. El Cholo Simeone, eligió la chilena de Francescoli en aquella copa de verano en el River del ´94, -el hijo de Zidane se lllama Enzo, en homenaje al jugador uruguayo-, el de Messi es de playstation, y el de Maradona es el primero de los de Messi, de la era moderna, en medio de un contexto bélico a cuatro años de la guerra de las Malvinas cuyo aniversario fue el pasado 2 de abril. Era el mundial de México ´86. Pero como en casi todos los ámbitos, siempre el último parece el mejor, aunque es tan subjetivo, que tratar de establecer un número uno, nos hace correr el riesgo de perdernos la poesía, la belleza, el éxtasis del instante cuando el mago saca el conejo de la galera. La chilena, esa jugada que el vasco Ramón Unzaga, se inventara en el puerto de Talcahuano, y luego el Colo-Colo la paseara por España.