Análisis

Joaquín Asensio Guillén

Feliz día del padre

Imagen paterna. Como sucede en la mayoría de celebraciones, esta jornada surge con la idea de revindicar la imagen del padre y para destacar el papel fundamental que éste desempeña tanto dentro de la familia, como en la sociedad. No todos son iguales, los hay jóvenes, los hay entregados, responsables, comprensivos o protectores; pero desgraciadamente también los hay viudos o separados con una custodia compartida; de lo que no cabe duda es que todos, en caso de ser necesario, darían su propia vida por un hijo

Homenajear una vez al año la figura y el amor a nuestros Padres, se ha convertido en algo tan habitual como necesario en nuestros días, en los cuales tenemos jornadas para conmemorar casi cualquier símbolo. La tradición católica lo celebra en Europa, salvo en Francia y Reino Unido, el día 19 de marzo coincidiendo con el día de San José.

Como sucede en la mayoría de celebraciones, esta jornada surge con la idea de revindicar la imagen del padre y para destacar el papel fundamental, que éste desempeña tanto dentro de la familia, como en la sociedad. No todos son iguales, los hay jóvenes, los hay entregados, responsables, comprensivos o protectores; pero desgraciadamente también los hay viudos o separados con una custodia compartida; de lo que no cabe duda es que todos, en caso de ser necesario, darían su propia vida por un hijo.

Lo cierto es que la imagen paterna, ha cambiado con el transcurso de los años, sobre todo a raíz de la incorporación de la mujer al mundo laboral. Aquel lugar que ocupaba antaño como cabeza de familia, que le restaba derechos afectivos sobre los hijos, ha evolucionado, pasando de aquella figura que se ausentaba largas jornadas fuera de casa por motivos laborales y que ejercía un papel autoritario; a una imagen paterna que comparte momentos de acercamiento y diálogo con los hijos.

Me considero afortunado porque estuve muy unido a mi padre, puede que él no demostrara su cariño a través de las emociones, sin embargo me lo expresaba, un día tras otro a través de sus actos; no era hombre de palabras, pero su afecto lo manifestaba en las interminables horas que pasaba explicándome matemáticas antes de un examen, haciendo muestra de su infinita paciencia; o esos días donde a pesar de todas sus obligaciones buscaba un hueco para llevarme a pescar con mis primos; o en aquellas ocasiones en las que me esperaba despierto viendo cualquier programa televisivo hasta bien entrada la madrugada, con el fin de asegurarse que llegaba sano y salvo a casa. Fueron tantos los momentos que me demostró su amor incondicional que nunca tuve dudas de lo mucho que me quería, otra anécdota que recuerdo, y con ésta termino, es cuando siendo un crío de apenas 10 años, mi padre me llevaba todos los sábados a jugar al fútbol, una de mis pasiones, y me acercaba al campo a pesar del poco tiempo libre que disponía, me preparaba la mochila, me ataba las botas, me aconsejaba sobre qué debía hacer en cada partido, y en su mirada podía percibir la satisfacción, el orgullo cada vez que jugaba; ganase o perdiese él siempre me daba la enhorabuena con una sonrisa, además repasaba mis errores intentando que aprendiera de ellos, me obligaba siempre a dar la mano a todos los jugadores del equipo contrario sin excepción. Todavía guardo ese secreto que teníamos entre los dos: para motivarme a marcar más goles me entregaba 100 pesetas por cada tanto que marcase, con la única norma de que mamá no podía saber nada de esto, aquel año quedé pichichi de la liga, y como siempre cumplió su promesa.

Ser padre en el sentido más amplio de la palabra; es mostrarse como referencia, un modelo a seguir, que todos los niños necesitan. Una combinación extraña de razón y sentimientos, que debe orientarnos, exigirnos y perdonarnos cuando nos equivocamos, debe educarnos con disciplina al mismo tiempo que demostrarnos su amor con frecuencia e intensidad. En ocasiones la relación entre padres e hijos no es tan fluida como desearíamos, una correcta educación requiere reprimendas y corregir posturas inadecuadas, poner ciertos límites o imponer castigos; ahora que soy padre me doy cuenta de lo difícil que es. Resulta muy duro ver como la autoridad que debemos mostrar levanta barreras que nos separan de nuestros hijos; en determinadas edades, como la adolescencia, este motivo suele provocar un doloroso e inevitable distanciamiento; sin embargo una vez pasada esta etapa y a medida que nuestros hijos se van convirtiendo en hombres, van mostrándose de nuevo más cercanos y van dando muestras de su amor.

Motivos para el festejo de esta fecha, como veis no nos faltan, pero siempre detrás de todo este tipo de eventos especiales se esconde una campaña consumista que pretende incrementar la venta de productos. Muchas compañías ejercen un márquetin agresivo y crean la necesidad de adquirir un bien material con el que satisfacer a nuestro progenitor, para no parecer desagradecidos, mostrándonos el regalo como el mejor medio de mostrar nuestro afecto, convenciéndonos de que si no lo hacemos seremos unos malos hijos. Quizá deberíamos plantearnos otras pruebas de cariño, pequeños detalles que expresen lo mucho que significan para nosotros: elaborar su comida favorita, realizarles un álbum fotográfico con algunos momentos inolvidables o dedicarles más tiempo, podrían ser las mejores recompensas que podríamos brindarles.

Desgraciadamente mi padre hoy no se encuentra con nosotros, y me gustaría simplemente poder disfrutar unos minutos para contarle tantas cosas, para agradecerle todo lo que hizo por mí y por mis hermanos, como me gustaría poder abrazarle y no decir nada. Cualquier día es bueno para trasmitirles lo mucho que les queremos, para mostrarles nuestra infinita necesidad de ellos, no dejéis pasar ni un solo día sin hacerlo. Me gustaría terminar aprovechando la ocasión para agasajarte con una carta:

Querido Padre:

¡Cuánto me gustaría que estuvieses hoy presente junto a nosotros!

Ahora que también soy padre y me doy cuenta de todo lo que hiciste por nosotros y te agradezco que te entregaras en cuerpo y alma en nuestra educación. Me enseñaste a no rendirme, a que cuando se intenta y no se logra el objetivo deseado, se puede tomar otro camino que lleve a lo mismo que anhelas.

Me resulta difícil escribirte sin emocionarme, quiero decirte tantas cosas que no sé por dónde empezar, ahora entiendo muchas de las cosas que me decías; por eso aprovecho y te pido perdón, por aquellos momentos de incomprensión que tuve contigo, por no entender todo lo que hacías, por motivarme y estimularme, sin tu entrega y ayuda hoy no estaría aquí.

Desde que vi a mi hija por primera vez, comprendí muchas cosas; y cada día que pasa agradezco y honro más tus reprimendas, tu firmeza en determinados aspectos, tus consejos, tu cariño y todo cuanto hiciste por nosotros.

Desconozco si llegué a cumplir tus expectativas o si te defraudé, aunque creo sinceramente que hiciste un buen trabajo, me convertiste en una persona íntegra y respetuosa, capaz de conocer sus virtudes, sus capacidades y por supuesto sus errores y limitaciones. Has sido el mejor ejemplo que he tenido, un espejo donde mirarme y al que aspiro en convertirme.

Hoy, en la festividad del "Día del Padre", quiero expresarte que continúo necesitándote y que, siempre me sentí querido y protegido, que me sigues haciendo falta y que no hay ni un solo un día en mi vida que no te recuerde.

¡Gracias por todo papá, recuerda que te amo!

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