Ya lo dijo Groucho Marx: "Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente". Más que hablar, escribir. Es lo que hicieron la artista, investigadora y educadora, Yera Moreno, y la profesora de la Facultad de Educación de la Complutense de Madrid, Melani Penna, autoras del artículo 'Breve decálogo de ideas para una escuela feminista', en la revista TE de CCOO. Antes del primer punto, las autoras ya avisan. "Si no entiendes alguna de estas propuestas o no estás de acuerdo con ellas, te sugerimos que leas [a] autoras feministas [,] que te ayudarán a entenderlas [...]. Si después de leerlas [,] sigues sin entenderlas, te animamos a que te centres en los propios prejuicios sexistas que te atraviesan, échalos fuera y empieza a pensar de otra manera", escriben antes del primer punto. El dos ("emplear en el centro por el conjunto del profesorado un lenguaje no machista, usando el femenino para hablar o el género neutro [,], con la 'e', por ejemplo, 'todes'") podría sorprender, aunque no lo hace tras ver cómo son numerosos los alumnos y los profesores universitarios que patean diariamente el diccionario, con el moderno 'lxs alumnxs' o 'los alumnos y las alumnas', a pesar de que la RAE define estos desdoblamientos como "artificiosos e innecesarios desde el punto de vista del lenguaje", apelando a la economía del lenguaje. Pero lo mejor es el punto doce: "Prohibir el fútbol en los patios de recreo. Hagamos del patio un espacio amigable, donde todo el mundo pueda ocupar, transitar y habitar ese espacio común. Dejemos fuera esos juegos competitivos que monopolizan los espacios y excluyen a quienes no participan en ellos. ¿Por qué pistas de fútbol y no pistas de baile?". El primer apunte es que las pistas no son de fútbol, sino que están pintadas para practicar también balonmano, baloncesto o voleibol. Después está lo de 'amigable', como si jugar no fortaleciese los vínculos entre los distintos alumnos. O lo de competitivo. O excluir. En la actualidad se hacen propuestas interesantes, como asignar días semanales a cada clase para que todos puedan jugar. Lo último que se tiene que hacer es prohibir la práctica deportiva. Pero qué se va a esperar uno de unas señoras que quieren que 'todes' piensen como ellas.

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