Los hechos son los que son y nadie va a cambiar su desenlace. Se ha tomado y la medida es irrevocable. Pero a este periodista le sorprende la terminología del caso. La salida o marcha de Lucas Alcaraz, según los ojos que miren, se ha producido, al parecer, de "mutuo acuerdo". El granadino habría presentado su dimisión, supuestamente, y la familia García -Gabarrón y Piñero- le ha aceptado la renuncia. La situación no tiene precedentes ni en las tres décadas en los banquillo del técnico ni en las15 destituciones perpetradas por el máximo accionista desde 2003. La de Lucas sería la décimosexta. Pero, hete aquí, y este no es un dato menor, que es la primera con participación directa de Alfonso García Piñero, vicepresidente ejecutivo del club. Y ahí es donde entra en juego mi intuición, posiblemente errada. Los contratos en el fútbol no se firman para ser cumplidos y se incumplen con bastante frecuencia. Pero resulta sumamente extraño, y extremadamente sorprendente, que un técnico renuncie al cargo, con una temporadas más de contrato firmadas y otra opcional. La dimisión es un "rara avis", que se produce en casos excepcionales como problemas serios de salud o cuestiones personales. La enajenación mental transitoria queda fuera de estos supuestos. Renunciar al puesto es tanto como abjurar de algo y el significado de este verbo es "renegar, revocar, anular o desdecirse de un pensamiento, credo o fe que antes se defendía o profesaba". Este periodista está persuadido que la trastienda de esta decisión esconde otras razones. La rescisión del contrato, pactada, camufla un cese encubierto, en mi opinión. No les interesaba reconocerlo porque quedaba feo, tras el cese de la 2011-12, y las dos partes han convenido en decorarlo de forma semántica, con un uso malicioso del lenguaje.

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