El fútbol es una forma de definir la identidad y el carácter de cada cual. Nada es casual y casi todo es causal. El seguidor del Barça lo es por algo y el del Real Madrid lo es por otros motivos diferentes. El hincha del Almería es sufridor nato como modesto es su equipo. El paso del tiempo ha obrado el necesario filtro. Los aficionados de ocasión, aquellos del "todo a cien" y quita y pon, han quedado atrás. Forman parte del pasado, del recuerdo de Primera. Continúan otros legionarios, inasequibles al desaliento, unionistas a capa y espada; los de las cuatro estaciones y contra viento y marea. Pero si a la UDA le cabe otro tipo de fútbol en su equipaje, según los seguidores más puristas, el firmante está muy persuadido que también es posible otro nuevo aficionado rojiblanco. Si se quiere con sus inseparable pipas, como es la costumbre inevitable y respetable de una gran mayoría, pero también con su capacidad de análisis y de crítica, sin dejarse llevar de la mano. Con identidad propia y al margen de corrientes de opinión de famosillos que no conoce nadie. Autónomos e independientes de perezosos y estómagos agradecidos; de ladrones de ideas, correveidiles de libro o francotiradores de la palabra. Los de corto sobre el césped y los de largo en los despachos han de dar la talla. Pero los parroquianos también han de estar a la altura, sin perder el sitio ni la cabeza. Una masa social tan singular por su número como plural por sus sensibilidades encierra todo tipo de voces. Este periodista está convencido de la mayoría de edad de buena parte de la afición. Cree que la permanencia no va a ser el jardín de las delicias y su dificultad está sobradamente asumida entre la afición de bien. Es hora de recordar al bueno de Tácito: "Si luchan por separado, serán vencidos juntos".

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