Sabíamos de su peligro, pero poco pudimos hacer. No por potencial, simplemente por tener un mal día. Los grandes torneos son así, no permiten un bajón. Menos ante esta Eslovenia. No desconocida, pero sí sorprendente. Con Dragic rozando la meta y con Doncic en el pitido inicial, los de Igor Kokoskov rompieron muchas quinielas. Primer baño dorado para los eslovenos y más que merecido. Con un modelo de juego 'americanizado', sus encuentros eran puro placer. Sentarse en el sofá para ver a una docena de jugadores que iban al cuerpo a cuerpo contra quien fuese. Sin miedo a comprobar quién daba más golpes. Fueron ellos y se inundaron en confeti. España fue una de las víctimas. Hay que hacer memoria, pero a bote pronto es de las derrotas más crueles que se le recuerda a esta generación. Quizá dolió más la del Mundial ante Francia por el fondo, pero la forma de Eslovenia fue más severa. Le pudimos ver el cogote hasta el descanso. Totalmente superados, costó levantar la moral y colgarse un meritorio bronce. Ahora no sabe dulce, pero dentro de unos años cogerá mejor regusto. Seguro. Lo ganamos porque quisieron los Gasol. Pau se reivindicó, si es que lo necesita, y volvió a dejarnos boquiabiertos. Qué será de nosotros cuando lo deje...Pero me gustaría resaltar lo de Marc. Se fue a vestuarios con molestias en el tobillo y no se le pasó por la cabeza bajarse del barco. Un tío que cobra más de 20 kilos al año y que podría comprometer su futuro. Ése es uno de los mejores legados que dejarán. Por si fuera poco, al finalizar el choque se erigió como puntal para la transición. El bronce era casi un imperativo. Era de recibo despedir a Juan Carlos Navarro en el lugar donde ha convivido. Firmó el epílogo el mayor talento puro que nació en España. Sólo queda dar las gracias por tantas tardes de alegrías porque llegamos a ser los mejores del mundo. Y eso es mucho.