Análisis

PABLO MARTínez- salanova peralta

El pingurucho

Llevamos todo el verano a la gresca con si el monumento a los Coloraos se va a quitar de la Plaza Vieja. A mí me gusta donde está, pero que si lo cambian a otro sitio donde también pueda lucir bien, pues no me molestaría. Ya si queda mejor o peor es cuestión de gustos. La polémica no viene tanto por la nueva ubicación, sino por el porqué de ese traslado. La política es lo que tiene. Cualquier cosa es susceptible de ser usada como arma arrojadiza. Y en este caso más todavía, teniendo en cuenta lo que simboliza el Pingurucho. A mí me cuesta pensar que este equipo de gobierno, joven, por muy del PP que sea, quiera quitarse el monumento de delante por la incomodidad que les confiere ese sentimiento franquista que habita en lo más profundo de su ser. Me creo más que quieran una plaza diáfana para uso ciudadano, que es una bonita manera de decir que así se deja la plaza libre para recaudar impuestos de posibles terrazas y hacer caja.

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