Veinte primaveras cumple este año la Hermandad de la Unidad. Tan bonita como las flores salió ayer la imagen titular de la virgen dolorosa para acercarse a un barrio que la tiene entre algodones. Que la mima, que la quiere y que, en su gran mayoría, no está dispuesto a cambiar las cuatro horas de desfile procesional por las sinuosas calles de Piedras Redondas, por una solemne Carrera Oficial en el centro de la ciudad. La Unidad es precisamente uno de los principales nexos de unión de un distrito de las afueras que comenzó a tener cultura de barrio, tradiciones y costumbres cuando los fundadores de la hermandad empezaron a fraguar el proyecto que hoy ya está consolidado. Como me decía hace unos días, emocionado, Francisco García, el hermano mayor: "La Unidad no puede dejar plantadas a todas esas personas mayores que esperan con anhelo a que llegue el Sábado de Pasión para ver pasar a la virgen por su puerta. Aquellos que contribuyen a lo largo del año en todas las actividades o incluso pagan las flores o las velas que lucen los pasos procesionales. Eso no lo podemos permitir. Y hacer la procesión por el barrio para después bajar al Paseo de Almería es una auténtica locura por lo largo que es el recorrido". Sus palabras sinceras, reflexión con los pies en la tierra y valorando las realidades que rodean a esta cofradía, hacen presagiar que, aunque la idea de la Carrera Oficial siempre está en el aire, aún pasarán años para que esto pueda producirse. No obstante, como bien indicó Francisco García, "pronto habrá elecciones y la nueva junta directiva podrá proponer, hacer y deshacer lo que crean conveniente". Llegarán nuevos tiempos, habrá novedades, pero lo que siempre perdurará será ese fervor que los vecinos de Piedras Redondas le profesan a una virgen que les da consuelo cada vez que se lo piden. " La Unidad perdería todo el sentido si no saliera de su casa o si no se recogiera en ella". Este no solo es el sentimiento del hermano mayor, sino de muchos hermanos que están al pie del cañón durante todo el año, colaborando, ayudando y contribuyendo en el desarrollo de una hermandad joven pero que cada año demuestra en su salida su buen hacer. La Unidad se asomó ayer a un barrio, de gente humilde y trabajadora, para acariciarles, darles su bendición y las gracias por el cariño que todos le brindan. Lágrimas de emoción se pudieron ver en los rostros de pequeños y mayores. El buen trabajo realizado tanto costaleros como por los capataces, acólitos, penitentes, mantillas y el resto del cortejo, hizo que a la multitud se le encogiera el corazón cuando la reina de Piedras Redondas caminaba por las calles. Y sentimientos a flor de piel cuando la cantaora almeriense María Canet rezaba en forma de saeta a las dos imágenes titulares, como lo hiciera de forma consecutiva desde hace once años, incluso con su primer hijo en su vientre a escasos meses de dar a luz.

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