Análisis

paco gregorio

La tele ha muerto

La final copera de voley se vio por Youtube. Canal Sur solo dio conexiones; RTVE no hizo ni caso

La televisión ha muerto o, al menos, el concepto tradicional que tenemos de la caja tonta, con sus cadenas generalistas, públicas y privadas. Ustedes me dirán que debo estar loco cuando esta misma semana tanto el grupo A3Media como Mediaset han presentado su cuenta de resultados con ganancias de nueve cifras. No me refiero a la gestión comercial, sino al modelo de negocio. Me hacía esta reflexión al hilo del fiasco en la retransmisión en abierto de la final de la Copa del Rey de voley entre Unicaja y Teruel. Canal Sur, la denominada televisión de todos los andaluces, pese a contar con tres canales (uno de ellos dedicado a subtitular y traducir en lenguaje de signos lo que emite el principal y otro con alcance para toda España vía digital) apenas realizó varias conexiones en directo mientras ofrecía un interesantísimo Cartagena-Marbella de Segunda B por Andalucía TV. Especialmente sangrante lo suyo con un andaluz luchando por su undécimo título, pero monta tanto para Televisión Española, que en Teledeporte daba la final de Copa inglesa entre City y Arsenal y en La 2 el documental de turno. Por suerte está Youtube y por streaming pude seguir el encuentro. El consumo televisivo de los usuarios está cambiando a pasos agigantados con nuevas plataformas como Netflix, HBO o Bein, que ofrecen la posibilidad de ver lo que uno quiere y (tal vez lo que sea más importante) cuando quiere, sin ser esclavos del programador de turno ni víctimas de una avalancha de anuncios. Por una módica cuota de 10 euros al mes, y sin permanencia, cualquiera puede ver Primera, Segunda, la Champions o varias ligas extranjeras, amén de las mejores series, en su tablet. Las smart tv vienen a paliar en buena medida ese problema al tener conexión a internet, pero si la prensa escrita está en crisis porque cada vez se lee menos (particularmente en formato papel), la televisión no debería dormirse en los laureles porque los nuevos consumidores no se conforman con pulsar el botón de encendido y tragarse lo que le echen.

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