Tras la goleada del viernes ante el Sevilla Atlético, los optimistas verán el vaso medio lleno. Pozo vuelve a ser el niño que enamoraba hace dos años, un idilio iniciado con aquel golazo decisivo entonces ante Osasuna. Dirán también que Verza ha vuelto en su mejor versión, que la UDA está arriba en la tabla con sus 10 puntazos, que la segunda parte contra el filial sevillista fue excelsa, que el trivote es un gran invento, que las bandas son puñales, que el equipo ahora es una piña y no una banda, que Joaquín es Beckenbauer y Ramis, Cruyff.

Los pesimistas lo seguirán viendo medio vacío, restando mérito a la victoria por ser ante un filial bisoño, sin alma, sin las figuras del año pasado -Ivi, Borja Lasso o hasta Cotán-, sin el entrenador que los llevó desde Segunda B a la nobleza de Segunda, Diego Martínez, al que sufrimos la pasada jornada en Pamplona-, que sus delanteros fueron algo primos y no son ni la mitad de peligrosos entre ambos de lo que era Tevenet, que el portero Caro venía en pijama, que la defensa fue una madre -no como creen los optimistas de la rojiblanca, que es más fuerte que el Super Glue 3-. Y para rematar, el árbitro más casero que el viejo de los Ropper: expulsión perdonada al Tino, penalti inventado…

Pues bien, como moderado y diplomático, doy la razón a ambas posturas: el vaso de la UDA está medio lleno y vació a la vez, como el gato de Schrodinger estaba muerto y vivo. Pozo, pese a que Ramis se empeñe en escorarlo, está genial y ha mejorado incluso defensiva y físicamente. Esos 10 puntos de 18 están muy bien, da igual que sólo uno de ellos se haya conseguido ante un rival de enjundia como el Oviedo -Nástic, Lorca y Sevilla Atlético parecen carne de 2ªB: serían rivales directos las dos últimas campañas-. Brindemos, cada uno con su vaso, por lograr cuanto antes esos 50 puntos que todos ansiamos. ¡Salud!

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