El Acebuche

Es en estas fechas donde se hace más visible el esfuerzo académico que realizan los funcionarios de prisiones

La comunidad penitenciaria como es habitual desde tiempos inmemoriales celebró con solemnidad mercedaria y franciscana en el Centro Penitenciario El Acebuche de la indaliana capital almeriense el patronazgo de la Merced, cuyo día por antonomasia litúrgica se contrae al día 24 de septiembre, en el que se puso de relieve por parte de las Autoridades el loable y plausible trabajo que realizan con vocación los funcionarios públicos de prisiones y, de igual modo, cuantas personas y agentes sociales que forma filantrópica en su tiempo de ocio productivo, coadyuvan a servir a la sociedad civil entre los monacales bastidores del cumplimiento de la verdad jurídica.

Todos ellos y ellas, hombres y mujeres, que con aptitud de servicio púbico, funcionarios y personal auxiliar voluntario, día a día, aplican desde la praxis científica impregnada con sentires de disposición humanística aquellas terapias de carácter psicopedagógico, sociológico y de orientación profesional que permitan a quienes redimen penas por vulnerar el ordenamiento jurídico, una vez finalizadas, puedan reinsertarse en la sociedad en igualdad de condiciones que el resto de ciudadanía, y no se produzcan situaciones de desajustes y disociaciones ante los aires de la libertad.

Si bien, la labor pedagógica es día sí, día también, en estas fechas otoñales tan señaladas, en donde se hace más visible el esfuerzo académico que realizan los funcionarios de prisiones y quienes acompañan de forma altruista en la labor socio-cultural, verdaderos cirineos y verónicas, que permiten a los privados de libertad, no solo no romper el cordón umbilical con el exterior, especialmente con la familia y entorno, sino que una vez cumplida la condena por el ilícito penal, su presencia en la calle sea de total adaptabilidad en la sociabilidad y socialización que la sociedad requiere y exige del conjunto de la ciudadanía para una constitucional y democrática convivencia pacífica.

Son momentos de apertura a la intimidad, en los que las autoridades civiles y familiares de los penados asistentes a los actos y actividades socio-culturales visualizan con signo esperanzador y emocional, las tareas que han realizado los reclusos en beneficio de la comunidad bajo la siempre atenta y afectiva dirección de los funcionarios de prisiones con la colaboración de voluntarios, y el pensamiento puesto en un prometedor y mejor mañana.

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