El callejón del gato

Aclaremos conceptos

Defender la unidad de España no tiene por qué basarse en sentimientos nacionalistas

T AL parece que con el 155 y la convocatoria de elecciones para el 21 de diciembre en Cataluña se ha establecido la clama. Como resulta que estoy tecleando el lunes, pendiente de la reacción de los independentistas con respecto a la aplicación de dicho artículo, lo mismo mañana martes, cuando ustedes empiecen a leer lo que acabo de escribir, les entre la risa floja. Esperemos que no. Dicho esto mi propósito es precisar sobre dos cuestiones que, a mi parecer, han quedado difusas a lo largo de tanto debate como se ha generado con motivo de la situación en Cataluña. La primera cuestión es esa insistencia en demonizar al PSOE por el hecho de apoyar al gobierno del PP frente al independentismo, como si se tratara de un acatamiento incondicional a las siglas del partido de Rajoy, sin mayores explicaciones. No es el caso. Lo que defiende el PSOE es el cumplimiento de la Constitución, para cuya aprobación, fue necesario el acuerdo entre posiciones políticas muy dispares dispuestas a establecer un régimen democrático después de cuarenta años de dictadura. No hay que confundir un partido político con una secta. En política, por muchas diferencias que se tengan, hay determinados valores que las superan y ponerlos en cuestión por el simple hecho de que los defienda el contrario es un comportamiento sectario. Un comportamiento sectario es lo que practica la líder de Podemos en Andalucía Teresa Rodríguez cuando dice que no apoyaría al gobierno del PSOE ni muerta. Un comportamiento político es lo que ha practicado el PSOE defendiendo unos principios - la defensa de la Constitución y el Estado de Derecho - que no desaparecen de su ideario por el hecho de que se asuman por otras fuerzas políticas. La otra cuestión que se ha malinterpretado es sobre el nacionalismo. O eres nacionalista catalán. o eres nacionalista español. En absoluto. Defender la unidad de España no tiene por qué basarse en sentimientos nacionalistas. Habrá quienes los tengan, pero no hay que generalizar. Frente a posiciones nacionalistas basadas en el historicismo, los genes, la cultura, el folclore y demás ingredientes que les quieran añadir, existe la teoría del pacto social que, en definitiva, es el origen del Estado constitucional y que consiste en la convivencia pacífica a partir del acuerdo entre los miembros de una comunidad para vivir en sociedad bajo el imperio de la ley, independientemente de de sus particulares creencias o apasionamientos.

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