Ada, una flauta y su aguijón

Y Colau se ha mostrado en todo su esplendor. Lo ha hecho a favor de la realización del referéndum ilegal

Colau, te pillaron. Ya no valen las malas excusas de los cónyuges infieles, el que no es lo que parece. Conforme se va deshilando la madeja independista, aquellos que se escondían entre el humo de la indiferencia, el serpenteo de la ambigüedad, o el disfraz de la ambivalencia, se ven abocados a tener que posicionarse de forma más nítida y visible frente al ojo de la opinión pública, entre apoyar la realización de un referéndum ilegal, o defender la legalidad, el Estado de Derecho con todas sus consecuencias, gusten o no. Y esta vez le tocó a la alcaldesa de Barcelona, cuando desde el Govern, el Sr. Puigdemont -"Super Coco", dixit Rivera en la Diada- fue a suplicarle que la ciudad Condal apareciera llena de urnas el próximo 1-O. Y a ésta, con su ambición en lo político, el ojo puesto en la Generalitat de Cataluña, se le vio el plumero, incluso los dientes. Se viene diciendo que la anfibología de Ada Colau, su arte del doble sentido y la falta de concreción, es propio del genoma podemita. Le suele pasar a Pablo Iglesias cuando saca a pasear su verborrea fuera de lo cómodo y servil. Y esas hechuras, cuando aprovecha el viento a favor, o regala al oído del pueblo lo que el pueblo ansia visceralmente, cual flauta de Hamelín, siempre gana, porque no tiene nada que perder. Pero amigo, cuando uno ya se expone de verdad, los demás descubren el pastel y, a lo mejor, no gusta comerlo tanto, o se rechaza. Y Colau se ha mostrado, en todo su esplendor. Lo ha hecho a favor de la realización del referéndum ilegal. Desconocemos si votará a favor de la autodeterminación, o no. La presión de los días venideros seguro le hace revelarse, aunque a día de hoy, solo su participación, evidencia sus derroteros. Se une de este modo a aquellos que, pensando libremente como independentistas, respetables, gustan mentir y actuar mal estos días para justificar lo injustificable, ya no tan respetable, pretendiendo avalar sus ilegalidades con distorsiones históricas, con mentiras jurídicas. A aquellos que dicen ser víctimas, siendo los propiciadores y culpables de sus hechos. A aquellos que, pudiendo defender lo defendible, tiempo ha decidieron perder su autoridad gracias a su pesante egolatría, su detestable arrogancia, su sobrada pedantería. Como nos enseña la fábula de la rana y el escorpión, no podemos dejar de ser quien somos. Tarde o temprano, nos descubrimos, nos descubren.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios