El derecho y el revés

Francisco Jiménez

Adiós

ANGEL Acebes y Eduardo Zaplana abandonan la dirección del Partido Popular y con ellos desaparece un estilo político inconfundible, duro y a veces bronco, el que a día de hoy se puede identificar con la esencia y razón de ser del principal partido de la oposición. Con su marcha se abre la posibilidad de que otros u otras ocupen su lugar sin que, por decirlo así, respeten su legado sentimental y dialéctico. Ambos han sufrido un importante desgaste de su imagen pública y en vista de los resultados de las elecciones de marzo, sus maneras de hacer oposición en general no han convencido a los ciudadanos de este país. Fueron cuatro años que incluso a ellos se les hicieron demasiado cuesta arriba, una travesía en el desierto de aznarismo sin Aznar, unos años que ahora ellos mismos califican, abiertamente, de muy difíciles. Es curioso, nada se sabía de estas dificultades.

Cuando Rajoy fue elegido candidato a la presidencia, el partido cerró filas en torno suyo. Tampoco la derrota en las elecciones de 2004, nunca reconocida por errores propios, llegó a plantear dudas sobre su liderazgo. Iniciaba su período de jefe de la oposición bien arropado a un lado y otro por las dos recientes bajas y como jaleado por ellos él mismo también se animaba a practicar ese tipo de oposición contundente y desabrida.

Desde el principio de la legislatura el ambiente recordaba aquel otro marcado por el vocativo de triste recuerdo "váyase, señor González" y todo hacía pronosticar que Mariano Rajoy llegaría a la presidencia del gobierno por los mismos caminos que anduvo quien lo designó para tales menesteres.

Pero, no se sabe bien por qué, poco a poco este líder fue perdiendo fuelle, cada vez se mostraba menos convencido de su papel, de su destino universal de salvaguardar determinadas esencias, y los dos lugartenientes mostraban sus maneras de hacer con mayor ahínco, mientras que a Rajoy se le notaba menos pasión en la briega.

La derrota electoral de marzo ha sembrado el futuro de dudas sobre el Partido Popular, sobre lo que quiere ser y lo que posiblemente quiera dejar de ser. Los nombramientos del nuevo equipo de portavoces parlamentarios emprenden una cierta renovación que parece apuntar al abandono del legado de la anterior legislatura. Es como si Rajoy quisiera dejar de ser aquel Rajoy de 2004 y refundarse él mismo. Peligrosa operación ésta la que emprende. Si Zaplana y Acebes con su marcha hacen un gran favor al partido por su renovación, no hay razón contraria para pensar que ésta puede continuar. En tal caso, el próximo en marcharse y decir adiós, un adiós serio y emocionado, será el propio Rajoy.

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