Carta del Director/Luz de cobre

Agua para crecer

No es de recibo que la desaladora de Villaricos lleve esperando cinco años, después de que fuera anegada por la crecida del río

Más de cuatro mil agricultores del Levante de la provincia se han manifestado esta semana pidiendo soluciones a los problemas de agua que padecen. Problemas que este año se han agravado un punto más, si cabe, por la pertinaz y estacional sequía que vive el país, en especial y en lo que a nosotros afecta, a la cuenca del Guadalquivir y Tajo. Con el pantano del Negratín bajo mínimos, el trasvase del Tajo-Segura empequeñecido y con la desaladora de Villaricos en el limbo, no es de extrañar que los agricultores, -esta vez sí-, salieran a la calle en masa pidiendo aquello que es justo. Y lo justo es acabar con la situación de interinidad permanente que tienen sus cultivos, pendientes siempre del cielo.

La agricultura de esta provincia es sector primario porque nosotros lo queremos así. Sin embargo todos conocemos que es una industria, con lo que ello supone, en la que viven y trabajan gran parte de los que en esta tierra habitan. Es verdad que el turismo o la industria del mármol absorben una parte razonable del empleo, pero no lo es menos que la agroindustria es el motor de desarrollo de una provincia que, como pocas, ha logrado sacar el máximo aprovechamiento de sus recursos.

Bajo estas premisas, alabadas por todos aquellos que pueden hacer algo siempre que es posible salir en la foto, sorprende de forma ingrata que una desaladora aprobada y presupuestada, como en su día fue la de Villaricos, permanezca cinco años anegada por las lluvias de entonces y no sean capaces de concluirla, alegando problemas jurídicos o escasez de fondos en los presupuestos.

Soy de los que creen que para sacar adelante un proyecto el principal argumento siempre debe ser la voluntad. Y aquí, aunque a muchos seguro que les duele, no la veo por ninguna parte. No se pueden escudar en los problemas jurídicos del caso Acuamed para justificar la paralización y, mucho menos, escasez de recursos, cuando es evidente que los beneficios que dará a medio o largo plazo superan con mucho la inversión. Ahí sigue también pendiente la segunda fase de la desaladora de Carboneras, vendida a bombo y platillo cuando se hacía la primera y ahora, cuando se necesita, nadie tiene intención de recuperar un proyecto necesario.

Aunque los agricultores demandan agua más barata, y no les deja de asistir la razón, también tienen claro que en caso de escasez -y ahora estamos en este momento- prefieren aflojar el bolsillo, con tal de mantener sus cultivos. El camino emprendido el lunes, saliendo a la calle, es el adecuado cuando ya no queda otra. Y no debe ser la última vez. La presión hacia aquellos que gobiernan parece que es el único argumento que se escucha, sobre todo cuando hay elecciones a la vista y el roto que se puede hacer a aquellos que gobiernan puede ir más allá de la pérdida de unos votos a muchas alcaldías.

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