Lo aprendí de...

Carmen Crespo

Parlamentaria andaluza del PP por Almería y portavoz

Altos cargos

Tener más altos cargos y una administración politizada, como la de la Junta, no es sinónimo de bienestar

Quizá hoy traiga a esta columna una reflexión que os pueda parecer antigua, pero lo cierto es que no lo es, porque la reducción de altos cargos de esa estructura sobredimensionada que hoy sigue manteniendo la Junta es una cuestión crucial . Está más que justificado poner el acento en el incumplimiento sistemático de la promesa del gobierno andaluz, de 2009, de reducir los altos cargos en un 50%. Una cifra que no llega ni al 29% que tratan de hacernos ni mucho menos al compromiso adquirido por la propia presidenta durante su discurso de investidura, del 10%, pues, en el ecuador de su legislatura, se ha quedado en torno a un escaso 2%. Esa es la realidad de un gobierno andaluz incapaz de hacer solventar los problemas que trae la falta de gestión para adelgazar una administración territorial inflada, desorganizada y politizada. No puede ser que nuestra comunidad autónoma con 700 altos cargos triplique en este asunto a comunidades como Madrid o galicia. Es más es ilógico que lideremos esté ranking, sobre todo porque Andalucía ya es la CCAA que peores datos de paro, exclusión social o pobreza arroja. Hay que tomarse en serio y asumir, de forma urgente, la petición que estamos realizando en el Parlamento para quitar grasa política a la administración andaluza y su correspondiente gasto, el cual está motivado, en buena parte, por la desmesurada estructura territorial que conforman las delegaciones de numerosas consejerías y entidades instrumentales que acogen a cargos de confianza que, cuanto menos, triplica al resto de comunidades. Sin duda es una organización que ya no sólo no se sustenta, sino que resta posibilidades a Andalucía, ya que ese gasto público debe ir destinado a cuestiones más urgentes como la mejora de la sanidad y la educación. De hecho, se podría utilizar para la dotación de mayores recursos y personal en centros educativos y hospitales. A la vista está que tener más altos cargos y una administración excesivamente politizada, como la de la Junta, no es sinónimo de bienestar en Andalucía. Eso es algo que aprendí de los profesionales de la sanidad que me enseñaron que no basta con tener una estructura con mucho personal en la cúpula sino profesionales que se dediquen, día a día, al paciente. Por ello, creo imprescindible un cambio de actitud en la política de personal de la Junta a fin de que deje de recortar a los empleados públicos o ponerles trabas a la devolución de derechos y por el contrario que asuma su deber de disminuir el número de altos cargos, directivos o la administración paralela existente.

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