Amor raro

Serrat parece un carcamal que se ha escapado de un geriátrico loco por darnos la buena nueva

Primero aparece Serrat y luego Garzón. Serrat parece un carcamal que se ha escapado de un geriátrico loco por darnos la buena nueva, la voz de la verdad cantándola al mundo, chalado por hacernos ver que es el único cuerdo. En el fondo se trata de, en vez de desollar la verdad hasta dejarla cruda, envolverla en una piel amable con el aguijón de todos los trasfondos. Es el mensaje de Navidad de todos los reyezuelos republicanos que tienen que darnos sí o sí el mensaje tabarra de Navidad. En la Navidad, como usted ya sabe, el gato al agua se lo lleva el que hace el anuncio más estrafalario, reuniendo para ello a las grandes glorias ideológicas. Supongo que a Serrat le habrá convencido eso de las manifestaciones y las banderitas del tema Cataluña, a alguien que como tiene que decir algo sin que nadie se lo haya pedido y no puede decir a las claras, debido a la poscensura, que prefiere una España unida (porque eso suena a que España es una y escuece que no veas) se las agencia para darnos mítines confusos y claro, más confuso que el anuncio de Campofrío, imposible. Ahí aparecen todos mensajeando que sí es no y no es sí y que nada es sí y no al cien por cien y todo es sí y no al cincuenta por ciento. Por la mañana digo sí para que Pepito el de los Palotes piense que estoy con él y por la tarde digo no para que Juanito el de las Paletas piense que no estoy con el otro. El espectro subliminal tiene tantas capas que en la última está el jarabe, la medicina que tenemos que tomar para curarnos de la enfermedad que no tenemos. En la antigüedad nos daban el discurso y ahora nos dan el spoiler. Y en la superficie de la cebolla está el rollo ese de no amar u odiar al cien por cien. Como era previsible el odio terminó por legislarse en un país donde todo el mundo piensa que debería de haber normas y leyes hasta para atarse los zapatos pero que los que deben de cumplirlas son los demás, el odio está estigmatizado y perseguido, pero por los hechos, no por el sentimiento y ahí vamos, avanzando con anuncios como este para que cuando se produzca la más mínima chispa del odio venga la policía del pensamiento y nos lleve esposados. Sí no nos gustan las palabras, inventamos otras y así se cambia la realidad. O al menos se cambia la percepción de la realidad, aunque la realidad sea la misma. A ver si ya de una vez usted piensa lo que hay que pensar y no lo que a usted le de la gana.

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