Todo para nada

Me atrevo a equivocarme, pero la bola de cristal muestra a corto plazo movimientos y disturbios en las calles

Por fin llegó el día. Lo digo ajeno de alegría, pero lleno de satisfacción porque terminó ese coito interruptus político interminable que veníamos viviendo, o más bien sufriendo, desde la primera semana de septiembre. Una historia pesada, un mantecado de kilo masticado en la más absoluta sequedad del desierto. Cansino hasta la más absoluta terquedad.

Los independentistas, con tirones y arranques en los últimos días, declararon ayer viernes 27 de octubre su tan vitoreada independencia, su República Catalana. De papel couche, pero declarada. Y el resto de España, por qué no decirlo, hemos estado viéndolo entretenidos, con sentimientos de indignación y estupefacción ante tanta mentira e inconsciencia, pero también curiosos ante este hecho que, tantas veces repetido, es histórico, y será recordado para nuestras generaciones venideras.

Y la historieta continua, no piensen que aquí se acabó la cosa. Después de las concentraciones con banderitas esteladas, los canticos segadores y restos de jolgorios festivos acontecidos ayer en las calles de los "Paisos Catalans", al menos por algunos catalanes, hoy empieza el show de Rajoy. Como el Truman de Jim Carrey, Mariano sale de la cúpula de Moncloa para descubrir Cataluña, en estado puro, con la obligación de quitar del sillón presidencial a Puigdemont y sus camaradas, y comenzar a pilotar la gobernabilidad de la Generalidad desde la distancia. Esto sí que va a ser la "releche". Si la aprobación del "155" ya era algo novedoso, intrigante en su planteamiento, imaginen la puesta en práctica y ejecución del mismo, tomando temporalmente las riendas del funcionariado catalán y asumiendo las competencias esenciales de su autogobierno, mientras de inicio ya anuncian esos mismos funcionarios un boicot a tu empeño. Lo dicho, el "reality" de la temporada, pipas y palomitas por doquier.

Me atrevo a equivocarme, pero la bola de cristal muestra a corto plazo, a mi pesar, movimientos y disturbios en las calles. Algunas detenciones de políticos. Mayor quiebra en la sociedad catalana, pero también en la española, de forma mutua. Y llegará un día, pasados todos esos que son necesarios para que llegue éste, en el que echaremos la vista atrás, tanto en Cataluña como en el resto de España, y reflexionaremos sobre estos acontecimientos innecesarios, absurdos desde la práctica y razón humana. Concluiremos con cuatro palabras: todo esto, para nada.

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