Tú no eres yo

Yo soy el que todavía bajo los escalones y me tomo una cerveza al lado del rock and roll que suena y estremece

Tú comprarás tu entrada anticipada en butaca a treinta y dos eurazos para ver a Los Planetas en el auditorio Maestro Padilla. Tú irás con tus amigos indies, hipsters o millenials. Tú aplaudirás sentado la voz ultranasal de J moviendo una pierna intentando seguir los ritmos inexistentes. Yo he visto la luz en un sótano entre semana cuando las Baby Shakes retumban en una cueva, en una caverna, en the cavern, en los sótanos, en los subterráneos. Los Planetas iban a ser Los Subterráneos pero Cristina Rosenvinge les birló el nombre y pasaron de ser subterráneos a interplanetarios, galáxicos. Yo estuve en una boda con J cuando ninguno éramos nadie, luego en una cena cuando algunos éramos alguien y luego ya nunca más, hasta que tú y él estáis en lo mas alto del show de frac, pajarita y auditorio. Las Baby Shakes vienen de New York y están escuchando atentamente sus teloneros desde debajo de las escaleras, luego las fans que están al lado, todos juntos, mezclados, anónimos, se hacen unos selfies con ellas. Los astros del rock que surgen de algún sitio ignoto no visible aparecen en escena perfectos.

Las Baby Shakes suben al escenario abriéndose paso entre el público y prueban, enchufan, rasguean, baquetean la batería, el batería, el baby shakes, el chico. El cobrador de las entradas hace equilibrio en un escalón intermedio del giro de la escalera y casi se cae en su mundo inestable. Yo estoy, la noche del martes a las nueve de la noche, viendo como una pareja amiga de mi pareja son ahora los que llevan el local. El local no es sudoroso, caluroso ni con olor a moho, es, eso sí, subterráneo. En las paredes cuelgan los ídolos del rock, los que salen en los escenarios, ya de los auditorios y no de las cavernas. Yo soy el que todavía bajo los escalones y me tomo una cerveza al lado del rock and roll que suena y estremece como si en los primeros sesenta fuesen, como si fuesen los últimos setenta. Como si el rock hubiese vuelto a los sótanos, de donde nunca debió de salir. El mundo de poses y barbas recortadas exige pulcritud en el rock and roll y pulcritud y estilo en la falta de estilo como pedir una coca-cola con pero sin, o un descafeinado con cafeína, o una cerveza sin alcohol pero con alcohol. Aquí en el sótano hay cafeína, alcohol, azúcar, nicotina, anfetamínico nervio del rock rugiente y sonoro, fuera de ti, que no estás, aquí bajo tierra, donde las fotos no se ven.

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