Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Bromas de cuota

UNA amiga feminista me explicó hace años un argumento irrebatible a favor de las cuotas que reivindicaba para las mujeres: "Las tontas también tienen derecho". No pretendo hacer una burla fácil con ese pretexto. Porque, aquí entre nosotros, he conocido los suficientes ministros tontos, en el PSOE y en el PP, como para validar el razonamiento de mi amiga. Ella pretendía protegerse de los chistes perversos que vendrían después. Y ahora, las bromas han llovido con motivo de la puesta en escena del nuevo Gobierno Zapatero, en el que hay más mujeres que hombres; o el mismo número si contamos al propio ZP.

No queda ahí la cosa; también hemos leído estos días en algunos medios de comunicación denuncias de escándalos artificiales: la semana pasada me ocupé de la teoría falaz de que a las mujeres en política se las llama por su nombre de pila y a los hombres por su apellido. Es simplemente falso. Este es el país en el que a un primer ministro se le conocía por Felipe y a su vicepresidente por Alfonso. Pero, en fin, es un asunto que levanta pasiones y divide a la afición. O sea, que vende bien. Así que la obra continuará en cartel.

El propio Zapatero no está exento de culpa de la polvareda levantada por sus nombramientos femeninos, porque los pregona con la elocuencia de un vendedor de subastas. Preocupado por la foto, el diseño o el marketing, desgranaba ufano una letanía: primera mujer ministra de Defensa, la ministra más joven de la historia de España, el primer Gobierno con más mujeres que hombres… Un Gabinete de Guinness, decía ayer un periódico de la competencia. Se entiende que se refería al libro de los récords y no a esa cerveza, que como se sabe es negra. Quizá esto ha impedido al presidente decir que es el Gobierno con mayor número de rubias de la historia: seis de las nueve ministras son rubias, un hito pasado por alto por los vendedores de marcas de Moncloa.

El presidente y su ministra de Defensa han utilizado el término normalidad para definir la situación. Es una religión que predica ZP, pero no practica: su tono autosuficiente exaltaba justamente lo contrario. Normalidad. Ni este país se dedica a perseguir a las mujeres porque lleguen a cargos de responsabilidad, ni estamos ante modistillas o ante Carmen la del bombo. Es cierto que a las mujeres les cuesta más trabajo el reconocimiento profesional, político o social. Aunque alguna ministra andaluza, de cuyo nombre no quiero acordarme, hizo honor al razonamiento que abre este artículo. La cuestión es precisamente esa; que el mérito no está en el récord sino en la cualificación. Que el Gobierno no va a las Olimpiadas de Pekín, sino que tiene que resolver los problemas de este país. Pero progresamos; espero que pronto lleguemos a enunciar el principio correcto: "Las listas también tienen derecho".

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