La otra mirada

Ruth García Orozco

Buenas vibraciones

EN estos momentos en que nos encontramos sumidos y bombardeados por un aluvión de malas noticias de forma permanente y constante que, como gota malaya, están llegando a crear un verdadero agujero negro en nuestro campo energético (si pudiéramos fotografiarnos con una cámara Kirlian encontraríamos unos colores de lo más apagados), encontré el otro día en la web una noticia que me sorprendió agradablemente.

Cada vez surgen de manera espontánea más movimientos que se dedican a estimular el optimismo y a dar mensajes positivos. Y hablé en otra ocasión desde esta columna del "estosololoarreglamosentretodos.org" creado hace poco tiempo en nuestro país con estas premisas: dar noticias de lo positivo que también está ocurriendo, aunque no lo sepamos. Y es que, como siempre se ha dicho, lo negativo hace mucho más ruido que lo bueno, y también llama más la morbosa atención, y esto lo saben bien los medios de comunicación.

Pero en esta ocasión, tropecé con la agradable noticia de que en Canadá existe un periódico digital que sólo publica buenas noticias. Se llama "Weekend News Today" (www.hnheadlines.com) y en él puedes encontrar cuál es el coche más barato de Estados Unidos, cómo aterrizar en tu primer trabajo o esperanzas médicas para los desfigurados de Mongolia.

Peor lo más sobresaliente del tema es que el director de este periódico se llama Max y tiene sólo doce años. Y fundó este periódico hace tres. Trabaja diariamente en él de cuatro a nueve de la noche y además tiene tiempo de sobra para sacar sobresalientes en el cole. Según sus propias palabras, hace los deberes en el autobús y se organiza, a la vista de los resultados, de maravilla. Sus padres, cómo no, están muy orgullosos de él y supervisan todo su trabajo. Cuenta que se le ocurrió la idea cuando oyó a una profesora quejarse de que no soportaba más noticias tristes. Y según dice, su hobby son las noticias, pero nunca publica ninguna negativa. Es una promesa.

La verdad es que merecería la pena seguir la pista de este niño porque sin duda tendrá mucho que decir en el futuro. No me cabe duda de que en nuestra sociedad conformada por ese concepto judeocristiano del sufrimiento y del "valle de lágrimas" no va a ser tarea fácil desprogramarnos para pensar que otra realidad es posible. No hay que ver para creer, sino creer para ver. Eso es lo que, por desgracia, nadie nos contó en el colegio. Por eso, mi más sincera admiración hacia Max y hacia todos los que, como él, nos permitan aunque sólo sea por unos segundos, tener fe y esperanza en algo mejor.

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