República de las Letras

Cambio y Democracia

La supervivencia de la democracia depende de su capacidad de adaptación al sentido de la Historia

Esta semana, tras las elecciones, el problema catalán entra en otra fase, aunque la compleja situación parlamentaria no diste mucho de la anterior. Se cierra un ciclo y se abre otro. De todo lo ocurrido hasta ahora en Cataluña se extraen unas pocas conclusiones que deben ser tenidas en cuenta para la formación de una actitud política futura respecto a la democracia española. Una: la supuesta unidad de España ni es monolítica ni será eterna. España tendrá la entidad política que en cada época histórica resulte de la pugna -esta sí, vieja- entre el centro mayoritariamente conservador, autoritario y unitario, y la periferia progresista, demócrata y diferenciadora. De esta lucha entre fuerzas centrípetas y centrífugas, que no necesariamente se identifican con derechas e izquierdas, derivará el futuro político del país. Dos: la actual democracia establecida por la Constitución de 1978 está limitada por la misma Constitución, que a la vez, y con la escasa voluntad de entendimiento entre los partidos tradicionales, impide su evolución y adaptación a los nuevos tiempos. No es la presencia de Podemos y sus afines lo que impide la reforma de la ley fundamental. Es la incapacidad de cambio de la esencia conservadora de la derecha lo que lo impide. El pensamiento político no tiene fronteras, pero la capacidad de que cada corpus ideológico se plasme en una forma de gobierno chocará siempre con esa barrera legal que es la Constitución y, sobre todo, la escasa elasticidad de la ley para su reforma. Es aquello de "usted piense lo que quiera, que aquí se hace lo que está establecido, y no hay más". Para eso, el socialismo español sacrificó ya su capacidad de cambio de las estructuras económicas capitalistas reconvirtiéndose en socialdemocracia, y ello a pesar de sus propios orígenes, de su propia historia y del sacrificio de tantos y tantos socialistas durante más de un siglo. Y tres: la irrupción de nuevas fuerzas sociales responde a la frustración que todo lo expuesto causa en esa importante parte del electorado que se ha ido incorporando a la vida política y quiere, no sólo votar, sino participar activamente en ella. Esas nuevas incorporaciones a la política más o menos institucional ya han tenido como consecuencia la liquidación del bipartidismo. La supervivencia de la democracia actual depende de su capacidad de adaptación al sentido de la Historia. Felices Navidades.

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