Resistiendo

Andrés García Ibáñez

Cara culturilla

"Se tendría que eliminar cualquier traza de servil sumisión de párvulos, reglas fijas, premios mensuales, ayuda financiera y cualquier otra pequeñez que degrada y afemina un arte tan liberal y noble como la pintura (…). Yo no encuentro otro medio más eficaz de adelantar en las artes, ni creo que lo haya, sino el de proteger al que despunte en ellas; el de dar mucha estimación al profesor que lo sea; y el de dejar correr en plena libertad el genio de los discípulos que quieran aprenderlas, sin oprimirlos, ni poner medios para torcer la inclinación que manifiestan a este, o aquel estilo, en la pintura."

Así se manifestaba en escrito a la Real Academia de San Fernando el 14 de octubre de 1792, uno de sus académicos de mérito, Francisco de Goya. Académico antiacadémico que, inevitablemente, abrió las puertas a todas las audacias del arte moderno. Dos siglos después, sus palabras conservan la misma energia y son perfectamente aplicables a la tonteria lúdica del arte de hoy.

Se manifiesta abiertamente en contra de los concursos, premios y subvenciones. Propone que el poder articule mecanismos para detectar y apoyar sólo al que vale y tiene talento, dejándole expresarse libremente al margen de normas y corsés.

En cuanto a la libertad del artífice, su postura es avanzada y moderna al extremo. En lo que respecta a la selección sólo de los mejores, profundamente antidemocrática, pensarán algunos.

Pero el imperio de la democracia, como otras cuestiones de la sociedad de masas, en lo referente al arte y al talento, se estrella. Unido al estrépitoso fracaso de todos sus sistemas educativos, el poder demócrático parecer haber perdido el norte sobre lo que de verdad importa en un terreno tan definitorio como el de la Cultura.

La mayoría del dinero público destinado a cultura se invierte hoy en fuegos artificiales que no sirven, a la postre, para nada. Se prefiere lo efímero a lo permanente; prima la repercusión mediática del momento y el rendimiento electoralista que el representante político extrae del evento. Se prefiere la exposición temporal a la creación, gestión y mantenimiento de instituciones estables como los museos, bibliotecas y archivos.

Se derrocha en macroacontecimientos de baja calidad como bienales o ferias de arte contemporáneo, antes de crear colecciones públicas de verdadero interés. Prevalece el oportunismo de espectáculos que atraen a gran número de visitantes por su elementalidad consumible.

En definitiva, se gastan grandes sumas en culturilla basura, pues nuestra sociedad es, en buena medida, necia e insensible.

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