Cara de ministro

El Partido Popular debe pedir perdón, disolverse y reconstituirse bajo unas nuevas siglas

El nivel de noticias políticas en los medios de comunicación es enfermizo: lo es en calidad y cantidad. En calidad, porque los informativos ya no consisten en contar lo que hay: están de parte; a favor o en contra. En cantidad, porque no hay otra cosa de la que informar; salvo que a CR7 le pique un huevo y haya que compensar con alguna noticia de Messi. Y siendo un hartazgo que nos asfixia en su densidad y en su extensión, nuestra respuesta no puede ser sosegada, de ninguna de las maneras. Cansados a la vuelta del trabajo o atareados con las faenas domésticas, no apetece más que un calentarnos a nosotros mismos con un "todos son iguales", "vaya pandilla de chorizos", y demás sentencias que no reflejan sino el grado de saturación de nuestras cabezas y la ansiedad experimentada ante la impotencia de no ver cómo cambiar esta realidad. Cambiar, a mejor, ¡claro! Pero no, siempre es posible cambiar a peor. Y por eso es por lo que terminamos poniendo música, la música de siempre, la que también le gusta a los políticos; la que permite que todo siga igual. Porque lo del ministro Catalá tiene perejiles. Que toda una mayoría del Parlamento español, todos los partidos salvo el suyo, le recriminen su actitud es para hacérselo ver. Él se queda con las palabras del presidente del Ejecutivo, que le dice que sea fuerte, como si de un tesorero más se tratase. Y no entraremos en si él es o no el tal Rafa que aparece en cintas reveladoras de turbias realidades, no. "Cada uno puede tener su opinión", se les escucha. No, no es justo: yo sólo entro en el apego al poder que le tiene esta clase política que nos representa y dirige. Los movimientos en la Fiscalía del Estado empiezan a asemejarse más a una adecuación a los intereses de algunos que andan bajo sospecha que a la naturalidad de las cosas: el anterior Fiscal General del Estado estuvo trece años en el cargo (lo nombró Aznar), y nadie se acuerda de su nombre. Y es que las cosas han cambiado. Pero no sólo porque aparecen a diario casos de "corrupción aislada": ¡ese portavoz parlamentario del partido del Gobierno que afea la solicitud de medios para encontrar a sus muertos por parte de los familiares de republicanos asesinados durante y después de la Guerra Civil (no caídos por España, sino asesinados por otros compatriotas)! El Partido Popular debe pedir perdón, disolverse y reconstituirse bajo unas nuevas siglas. Aun y eso…

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