Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Columbus

Cruzó el océano Atlántico equipada con ediciones del Mío Cid, Arcipreste de Hita, Berceo y la Celestina

De todas las historias de Filadelfia, ésta es la más bonita. Mi hija Andrea voló el sábado de Madrid a Filadelfia y allí cogió otro avión hasta Columbus, capital del estado de Ohio. Es como un acto de justicia poética que la niña que aprendió a andar en plena Expo del 92, sus primeras caídas coincidían con las medallas que conseguimos en los Juegos Olímpicos de Barcelona, llegara en avión, esa carabelas clavileñas, a la ciudad que lleva impreso el nombre del almirante que cambió la manera de entender y mirar el mundo. El autor rocambolesco de una gesta que se conmemoró en el enésimo Bienvenido, Mr. Marshall que esta tierra celebra como nadie. Al verla marchar, aunque la morriña se educa, me sentí uno de los personajes que despiden a los marineros en Palos de la Frontera en ese bellísimo cuadro de Cabral Bejarano que se encuentra en el monasterio de La Rábida.

Mi hija tenía miedo al peso de los libros que llevaba. Está en Athens, una ciudad del estado de Ohio famosa por su buena reputación en Filología Hispánica. Llegó a casa muy contenta con los cuatro libros de Cátedra que adquirió en la librería Céfiro, sobre la que corren rumores de clausura pese a estar en la calle Virgen de los Buenos Libros. Por peso, a mi hija le preocupaba que saltaran las alarmas con el Libro de Buen Amor, de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en edición de Alberto Blecua, que empieza con una sentencia que es válida para todas las facetas de la vida: "Las obras maestras suelen deleitar a los lectores y martirizar a los críticos".

Deleite puro, puro martirio, era lo que completaba el equipaje libresco de mi pequeña Andrea. Tres clásicos de la literatura española en sendas ediciones de estudioso foráneos. Los Milagros de Nuestra Señora de Berceo, en una edición que Michael Gerli terminó en 1984 con una beca de la Universidad de Georgetown. El Poema del Mío Cid, que rima con al-Mutamid en la leyenda del pedestal de la estatua de Anna Hyatt Huttington, está a cargo de Colin Smith, nada menos que 27 ediciones de este profesor de la Universidad de Cambridge. 24 ediciones ha publicado Cátedra de La Celestina de Fernando de Rojas, un estudio de Dorothy S. Severin. Salvo esta última, cuyos primeros ejemplares aparecen en Burgos y Toledo en 1499 y 1500, las historias de Rodrigo Díaz de Vivar, Calixto y Melibea y don Melón y doña Endrina son anteriores al descubrimiento de América. Ellos fueron nuestros descubridores.

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