Fijación escrita

Carmen G. Frigolet / Cgutierrez@diariodecadiz.com

Comercializados en vida

NO me muevo más allá de las cuatro reglas de Derecho de la Información que me infundió el recordado Fernando Álvarez-Ossorio, profesor de la Facultad de Periodismo de Sevilla, a quien recurro en silencio muchas veces, a modo de conciencia profesional, cuando transcribo datos íntimos que me encelarían si a mí me concerniesen. Porque, en un simple desliz, me sonrojo si mi pelo o mi mano zurda tomando apuntes sale de relleno en alguna fotografía de prensa o toma de cámara. Cuando ésta no me pilla de pleno, grabadora o micrófono en ristre, en ese recuadro de puntitos de colores que hay en cada salón de estar. Yo elegí quedarme detrás y no delante. Pero sé que estas circunstancias entran dentro del juego entre casualidad y momento.

Sin pretender que esta empresa ocupe el puesto 58 en esa lista de los medios más intrusos del país, consideraba previsible el derrumbe de la demanda planteada por la hermana de la Princesa de Asturias. Que nunca decidió ponerse a pecho descubierto y de cara a la galería. Pero aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid... ¡Dos por una! La periodista Julia Otero admitió recientemente su desencanto por la primera resolución de este caso. "Hubiera sido la ocasión perfecta para sentar jurisprudencia", aseveró. Es decir, que se impusiera este precedente como ejemplo para futuros planteamientos. Algo que consiguieron, a menor escala, famosos como la actriz y empresaria Ana García Obregón.

En mis pocos meses en este mundillo de límites difusos, he podido conocer qué temores acechan a los profesionales que trabajan de cara al público. Desde el joven actor Yon González quien, tras el fenómeno de fans surgido a raíz de El Internado, se hastía al ver que cada mañana numerosos fotógrafos le impiden dar más de dos pasos sin desviar la mirada del suelo. Quizá son gajes del oficio. O envidias, como la surgida ante los elogios hacia Sofía Nieto -protagonista de La que se avecina-, considerada por académicos una mente privilegiada para las matemáticas. "Las críticas -me confesó Sara Montiel en una entrevista telefónica- vienen y van. Eso lo da la fama. Yo gano dinero y ellos consiguen también su sustento conmigo. ¡Estoy comercializada en vida!". La experiencia y el saber es un grado. Con los años vendrá la calma o la resignación.

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