CADA mañana la gente escucha los informativos y hojea los periódicos presa de la misma ansiedad: ¿cuál será la mala noticia económica de hoy? Cuando no es una estadística oficial es el aviso de un servicio de estudios, cuando no cierran inmobiliarias recortan empleo las fábricas de ladrillos y otros materiales, cuando no sube el petróleo sube el Euríbor, cuando no cae la venta de pisos caen las escrituras ante notario... No hay día sin que se nos encoja el corazón con algún índice, porcentaje o mal augurio (el bolsillo ya lo tenemos encogido de antemano).

Bueno, no todos masticamos pesadumbres y temores. Los grandes bancos hicieron balance el martes: aumentaron sus beneficios en el primer trimestre del año. Pero esto sí que no es noticia. Los bancos son inmunes a la crisis. A veces incluso ganan más cuanta más crisis hay a su alrededor. También algunos individuos afortunados -digámoslo así- escapan a la situación general, como Eduardo Zaplana y David Taguas, ex portavoz parlamentario del PP y ex director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, respectivamente, que han pasado a mejor vida inmediatamente después de dejar sus cargos políticos. El poder es un buen trampolín.

Pero estoy hablando de crisis, y oficialmente no existe crisis. Todo lo más, desaceleración coyuntural de la economía producida por factores exteriores. Desde enero hemos oído a Solbes y Zapatero anunciar que en primavera la tendencia cambiaría de signo y resistirse a hacer caso de los agoreros (unos indocumentados del tipo Fondo Monetario, Unión Europea, Banco de España, etc.) que les sugerían revisar a la baja sus previsiones de crecimiento económico. Finalmente, pasado el trance electoral, el Gobierno ha accedido a recortar sustancialmente sus expectativas para 2008 y 2009, y quizás no sea ésta la última revisión. También la Junta de Andalucía ha hecho su rebaja: de 3,4% de aumento del PIB esperado se pasa al 2,4%, casi un 30% menos, el nivel más bajo desde 1994, en los años de la recesión post 92. En vez de crearse 100.000 puestos de trabajo este año se crearán 40.000 ó 50.000. ¿Qué fue de aquel objetivo del pleno empleo en esta legislatura? Habrá que aparcarlo.

Está por ver si las recetas preparadas por el Gobierno para afrontar esta crisis que no es crisis dan resultado o se revelan meras aspirinas, si no placebos. El Banco de España, por ejemplo, duda de la eficacia del cheque fiscal (los cuatrocientos euros). Está visto, en cambio, que el modelo económico basado en la desaforada construcción ha tocado a su fin. Hay que buscar otro. Mientras tanto, aunque los bancos ganen más y Zaplana y Taguas hayan arreglado lo suyo, demos la vuelta a los himnos de la euforia: lo peor está por llegar.

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