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el 41% de los ciudadanos llega con dificultad a fin de mes y el 12% tiene que echar mano de sus ahorros

El anuncio arranca con un chico exigiendo a su padre la compra de una consola porque ha aprobado todas las asignaturas. No es que haya sacado matrículas de honor, ni siquiera notables. El padre no tiene dinero. Hasta ahí normal. El Índice de confianza del consumidor de octubre, que elabora el CIS, revela que el 41% de los ciudadanos llega con dificultad a fin de mes y el 12% tiene que echar mano de sus ahorros. El progenitor no se lo piensa y el hijo no intenta disuadirle. Pide un crédito rápido. En una de esas entidades no supervisadas por el Banco de España.

Si un historiador del futuro se basa en esta publicidad para su tesis sobre la España de principios del siglo XXI, fíjense la idea que se llevaría. Un estudiante que exige recompensa por cumplir, por la mínima, con su responsabilidad y además ajeno a la situación económica familiar. Lo del padre es aún peor. No tiene la excusa de la edad. Dispuesto a contribuir a la creación de una sociedad incapaz de soportar la mínima frustración, pide un crédito rápido. Como si no existiera un mañana, y ni siquiera un mes que viene donde a esos gastos habituales que le impiden llegar a fin de mes y ahorrar, sumará los del préstamo y hasta el consumo de luz con la dichosa consola.

La realidad difiere de esa idea de despreocupación. Se relaciona con los porcentajes de ciudadanos que no llegan a fin de mes, con los que tiene que tirar de ahorros y no para comprar consolas por sacar un aprobado. Los clientes de estos préstamos son las personas en situación más apurada al no conseguirlos de los bancos. Y como al perro apaleado todo se le vuelven pulgas, son, por tanto los más expuestos a sufrir abusos.

No les debe ir mal a estos prestamistas. Como estará la cosa que el Congreso aprobó esta semana una proposición no de ley instando al Gobierno a reforzar la protección de los usuarios de estos servicios financieros.

La idea es buena porque la actual ley de usura es de 1908. Lo malo es que no dice que interés constituye usura, aunque la definición que da no puede ser más actual. Responde, cien años antes, a la publicidad cuando dice que puede haber motivos para estimar que se tomó el préstamo a causa de su situación angustiosa o inexperiencia. Es ya tiempo de rescatar a las personas y esa ley puede ser un primer buen paso. No se fíen, además, de los famosos que las publicitan. Seguro que ellos no los piden.

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