La tapia del manicomio

Dúctil y maleable

'Portavoza', curioso retorcimiento seudofeminista de una palabra que es neutra o, si miramos su etimología, procede de 'voz'

Para Hace cienes de años, es decir, en nuestra niñez, los maestros usaban la muletilla "dúctil y maleable" en el sentido en que el diccionario aplica estos adjetivos a personas: dócil. Pero en los metales dúctil es que se pueden hacer con ellos alambres y maleable que se pueden hacer láminas. Como el DLE no dice nada de la aplicación de estos adjetivos al lenguaje, unos pocos de nuestros personajes públicos, imbuidos de los saberes de Menéndez Pidal y Lázaro Carreter, creen que las palabras también son maleables y dúctiles, cual aluminio. Así, hemos escuchado recientemente al ministro de Justicia decir que las palabras "permanente" y "perpetua" no tienen nada que ver. Se ve que hace tiempo que no mira el diccionario ni por Internet o que le importa un bledo lo que allí ponga: ambas palabras son prácticamente sinónimos, tal como el sentido común nos indica, incluso sin mirar el DLE. Otro brillante ejemplo es la palabra portavoza, inventada por la portavoz de Podemos. Curioso retorcimiento seudofeminista de una palabra que es neutra o, si miramos su etimología, procede de "voz" que es palabra femenina, igual que la mayoría de las palabras españolas acabadas en "z", como tez, vez, faz, paz… o neutras como capaz o juez (es otra cipotá decir "jueza"). Estamos por no seguir por este camino, que es largo y tendríamos tajo, porque más de un feministo (¿por qué un hombre va a ser feminista, periodista o taxista en vez de feministo, periodisto o taxisto?) estará ya afilando la navaja para meternos una puñalada -o puñalado- y quejándose de que todavía estemos vivos y nos dejen escribir en esta publicación periódica (cualquiera se atreve a poner periódico) con lo machistos que somos. El novio de la innovadora "portavoza", también político por cierto, ha salido en su defensa diciendo "Me suena raro pero es positivo" porque "hay cosas que deben cambiar y a veces hay que insistir con determinadas profesiones para no invisibilizar a la mujer". Lo malo es que el lenguaje, efectivamente, cambia con el tiempo y las palabras adquieren nuevos -y a veces contradictorios- significados. La lengua es dúctil, pero no de goma. Y no cambia por decreto, ni por decisión de un grupo, ni por la Academia, sino por los hablantes. Por cierto, para apoyar la coz a la sufrida lengua española, Iglesias utiliza otra coz no menos espantosa: "invisibilizar". ¡Jesús, qué cruz! Que diría Forges.

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