La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La España de Mariano

Vamos saliendo de la crisis, pero encontramos una España más desequilibrada y desigual y socialmente más frágil

Ha sido un buen año en lo económico y un mal año en lo social. Rajoy sólo habla de lo primero, quizás porque sigue pensando que el bolsillo es lo que hace ganar o perder las elecciones. Los demás estamos obligados a contemplar lo segundo. Es más importante desde el punto de vista de la cohesión social, el progreso y el bienestar de los ciudadanos españoles.

En 2017 se ha producido la mayor generación de empleo desde 2005. Han sido 674 puestos de trabajo cada día del año y el número de afiliados a la Seguridad Social ha aumentado en 611.000 (en Andalucía se han superado los tres millones, por cierto). El crecimiento ha superado la media europea y sólo el disparate catalán lo ha frenado un poco. Miel sobre hojuelas, enhorabuena colectiva, estamos mejor que estábamos. La España de Mariano va bien.

Pero la España de Mariano también es socialmente más frágil que la anterior. Se ve sin necesidad de salir de los datos del empleo: el 90% de los empleos creados son temporales -y seguimos a la cola en cuanto a transformación de contratos temporales en fijos- y se ha extendido el precariado en los salarios. La temporalidad de los contratos laborales es obligada en sectores como la hostelería y el comercio, pero fraudulenta en muchos otros, en los que se trata de contratos fijos sucesivos de corta duración paran eludir la ley o la Inspección. Y qué decir de los trabajos a tiempo parcial que se ven forzados a aceptar muchos trabajadores que querrían trabajar a tiempo completo o de los falsos autónomos, que curran totalmente como asalariados sin disfrutar de ninguna de las ventajas de los asalariados. Empresarios de sí mismos, pero explotados por otros.

Con respecto a los sueldos, están globalmente semicongelados y los jóvenes todavía añoran los tiempos recientes en que se quejaban de ser mileuristas. Ahora alcanzar el mileurismo es un privilegio. Todo esto no sólo aumenta la injusticia, sino que socava la dignidad de los afectados y sus familias, abre grietas en la cohesión social, siembra la semilla de los populismos y otros enemigos del sistema democrático y, en un orden más práctico, pone en peligro el sistema de pensiones del futuro, con muchos más beneficiarios y menos ingresos.

De modo que vamos a ir saliendo de la crisis, si es que no hemos salido ya, para encontrarnos en una sociedad más desequilibrada, desigual y desintegrada. Esta también es la España de Mariano.

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