Penal y gol, es gol

Jorge / Colipe / Deportes@elalmeria.es

Estilo 'Geta': fiel a una idea

El Getafe, en el mismísimo estadio del Bayern, propuso e impuso jugar al fútbol a pesar del convite de choque

MUCHAS veces confundimos jugar bien con jugar a algo. En el caso del equipo madrileño se conjugan las dos cosas. Ni es un equipo impresionante (como escuché por ahí), ni desborda talento, pero tiene la virtud de que sabe a lo que juega, y de que cada uno de sus jugadores hace lo que sabe, ni más ni menos. Y esto, aunque parezca sencillo, es algo que los grandes equipos de nuestra liga, gastándose los millones que se gastan, no pueden traducirlo dentro de la cancha. Tal vez los humildes, como en la vida misma, sean más fieles a una idea o a unas maneras, empujados por el convencimiento de que cuando uno no tiene nada, difícilmente pierda algo. Y si eso se realiza con tanta naturalidad que roza el desparpajo, los aplausos están garantizados. El Almería de Emery viaja por esa carretera, junto al Racing, al Villarreal y el Getafe, para que a Beckenbauer aún le queden remansos por descubrir. Y eso que es de los pocos diferentes, que ha visto la luz, en el fútbol enladrillado de los bávaros.

Lo extraño es que el Kaiser no supiera de su existencia; justamente él (al que tuve la suerte de verle en un campo), el que nunca reventó un balón, el que siempre salió jugando y con la cabeza levantada. A los que les gusta el fútbol -en el exquisito sentido de la palabra-, habría que penalizarlos por desconocer a quienes defienden la tradición de jugar con la pelota contra el piso, porque en ese sentido al Getafe tenemos la obligación de conocerlo. El jueves, después de haber superado el miedo escénico (metáfora atribuida a Jorge Valdano, pero propiedad de García Márquez), el Getafe, en el mismísimo estadio del Bayern, propuso e impuso jugar al fútbol, a pesar del convite de choque, del equipo germano. Mientras los panzer alemanes, -al igual que el Shalke 04- bombardeaban sin puntería, la maquinaria azulona jugaba como al ping-pong, y un De La Red poseído por el espíritu de Laudrup marcaba el tempo. El gol se veía venir, y el resultado es una anécdota.

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