Los Fortunys de Vida-Muñoz

Se revela aquí Fortuny como un artista dentro de la vanguardia más avanzada de su época

En la exposición que estos días dedica el Museo del Prado a la obra del gran Mariano Fortuny (1838-1874) figuran seis cuadros pertenecientes a la colección de Manuel Vida y Carmen Muñoz, un matrimonio de médicos radicado en Almería que ha hecho del coleccionismo de arte una pasión de vida, gratificante y humanista. Fortuny es el artista más representado dentro de su colección, dedicada principalmente a la pintura española decimonónica. Se trata del grupo de obras de Fortuny en manos privadas más importante del mundo. Veintitantos cuadros, todos los grabados del artista y unos cuantos dibujos, algo verdaderamente sorprendente, sobre todo tratándose de un artista de muy corta vida -36 años- y una obra no muy extensa y bastante disputada entre coleccionistas de todo el mundo. A todos estos datos hay que añadir el hecho de que la mayoría de obras de Vida-Muñoz pertenecen al último período del pintor, en concreto de los años de Granada y de Portici, localidad italiana esta última donde falleció el artista. Las obras de esta época son las más avanzadas y personales. En Granada y especialmente en Portici, Fortuny encontrará un camino nuevo, plenamente libre y luminista, al margen de la decadente pintura de casacones que tanto dinero le hizo ganar en Europa a través de marchantes como Goupil. Fachadas de casas granadinas, su hija jugando con una muñeca en el jardín de la casa del Realejo donde se hospedaban, vendedoras de verduras en la ciudad del Darro, calles y marinas de Portici; en todas estas obras palpita un ansia de libertad nunca practicada antes y una factura libre, casi divisionista, que, junto a una riqueza de color preimpresionista, sitúan a Fortuny en el comienzo del naturalismo, que tanta importancia tendrá en las postrimerías del siglo XIX y los comienzos del XX. Mención aparte merece, dentro de la colección Vida- Muñoz, el cuadrito del carnaval en el Corso romano, una obra fundamental dentro del corpus fortuniano. En ella, un grupo de máscaras corren animadamente frente al pórtico de la iglesia de San Carlo y otras casas colindantes. Al menos dos dibujos preparatorios, pertenecientes también a la colección almeriense, revelan el empeño del pintor para una tablita tan pequeña, donde la arquitectura está descrita minuciosamente y las figuras resueltas sumariamente con unos pocos rasguños y empastes. Se revela aquí Fortuny como un artista dentro de la vanguardia más avanzada de su época.

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