República de las Letras

Franco vive

La derecha española no es de médula democrática. Prefiere lo malo conocido. Los experimentos, dice, con gaseosa

Se cumplen 42 años de la muerte de Franco. Parece que fue ayer. Y no solo lo parece, es que fue ayer. Franco, de hecho, no ha acabado de morir nunca en todos estos años. Franco representaba la quintaesencia de lo español. Mejor, de una parte significativa, quizá mayoritaria, de los españoles. Los españoles somos franquistas, nos pese o no. Nuestra mentalidad, nuestras actitudes son de signo pequeño burgués y representan el triunfo actual de la clase media. Franco se sublevó contra la izquierda, pero también contra la derecha democrática -verdaderamente democrática- de su época, aquella que había traído la República. Había en aquella traición al orden constitucional una nostalgia de tiempos pasados: los Reyes Católicos, los Tercios de Flandes, los Almogávares, el Carlismo, el Somatén... Una nostalgia de la burguesía que deseaba asimilar las formas y el estilo de la aristocracia. Franco, sin embargo, supo evolucionar durante su dictadura y se asimiló a la clase media que, con él, había en realidad conquistado el poder, por la fuerza, al término de la Guerra Civil. Este es el origen verdadero de la derecha española. La derecha española no es como la alemana, la inglesa, ni siquiera la americana, por más admiración que este país despierte en ella. La derecha española no es de médula democrática. Vive mejor, con más seguridad y más cómoda, en un régimen autoritario. Le repugna la idea de que el futuro de sus posesiones esté en manos de la gente que vota. Un albañil, una limpiadora, un obrero no pueden decidir sobre su status. Y por la misma razón le repugna también pagar impuestos: que cada cual se pague la sanidad y la educación que se pueda pagar. Últimamente, con lo de Cataluña, la derecha ha disfrutado de unas semanas de cuasi franquismo, con la policía dándole palos a la gente que fue a votar el 1-O, la banderita puesta en el balcón y gritando el ya famoso y vergonzante "A por ellos". Porque la vena franquista es que nos sale a la menor oportunidad. Somos así. Ante la inseguridad de un posible cambio, preferimos el garrotazo. Todos los estamentos, la prensa de derechas, el empresariado, las televisiones, han contribuido a que el franquismo que nos inocularon durante todos aquellos 40 años nos salga por los poros de la piel en cuanto el progreso asoma la nariz por el horizonte. Preferimos lo malo conocido. Los experimentos, dicen, con gaseosa. Así nos va.

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