República de las Letras

Gabriel

La frecuencia de casos como el de Gabriel ocurridos en España en los últimos años es más que preocupante

El rapto y asesinato del niño Gabriel en Las Hortichuelas ha sido tremendo. A cualquier persona bien nacida le duele, le horroriza. Y siembra la alarma sobre el enorme cuidado que hay que tener hoy en día con los niños, a los que no se puede perder de vista ni un segundo. Este mundo que nos han hecho -porque no lo hemos hecho entre todos: a mí que nadie me meta en eso, que yo no he contribuido a que el mundo sea así de abyecto- no es adecuado para niños, para mujeres, para ancianos, para adolescentes, para… ¿Para quiénes se ha construido, entonces, este mundo tan malvado? Si un niño no puede jugar alegremente en la calle sin peligro, si una joven no puede volver a casa sola por la noche sin miedo, si un anciano no puede tener la seguridad económica que fue pagando durante toda su vida o la casa que tantos sacrificios le costó, si… Si todo el que es diferente al esquema básico hombre-joven o maduro-con trabajo no acaba de encajar en nuestro sistema de derechos y libertades, ¿qué clase de mundo, de sociedad es ésta en la que van a vivir nuestros hijos y nuestros nietos? Ahora, claro, aparecerán los defensores de la pena de muerte, como si el Hombre tuviera derecho a quitar la vida a sus semejantes, y los que piden prisión permanente revisable, que es lo mismo, pero manteniendo con vida precaria a los reos. Pero la frecuencia de casos de la índole de éste de Gabriel no interrogará a nadie, sobre todo a los gobernantes, sobre la clase de mundo que nos están haciendo. Que el mal existe, que la mala persona existirá siempre, no hay duda. Pero que la mala gente tenga campo abonado para sus fechorías es algo que ya debería estar apelando al análisis de los expertos que asesoran a los gobiernos de los distintos ámbitos. No sé. ¿Quizá una justicia rápida, que es doblemente eficaz?; ¿una educación del ciudadano correcta y completa en cuanto a ética social se refiere?; ¿una protección social para los más débiles más extensa y perfecta?... No sé, pero los casos como el de Gabriel ocurridos en España en los últimos años, su frecuencia y su número, son más que preocupantes. Y no es posible que no tengan relación con nuestro funesto sistema educativo y nuestro injusto sistema económico, en esta sociedad de la comunicación y la información. Ahora mismo no nos podemos hacer una idea del dolor por el que atraviesan esos padres. Descanse en paz Gabriel, su querido pescaíto.

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