Género literario

No hay motivación suficiente como salir de la zona de confort y crear una cultura de filosofía práctica, conducente a una nueva civilización ética

De todas las posibles situaciones de la filosofía actual hay una que no me gusta en absoluto pero que no tengo más remedio que aceptar como certeza: la filosofía actual se ha convertido en un género literario anclado en las culturas y subculturas estéticas. Si bien es cierto que la disciplina no está desprovista de criticismo y escepticismo su deriva no escapa de una hermenéutica inconsciente que versiona la posmodernidad y que se decanta por permanecer de forma estructural en una estética académica sin ambiciones de realismo ni de idealismo. Existe un devoción por el discurso lógico y por la solemnidad libro, como símbolo de estatus. Los filósofos actuales, en su aspiración contemplativa, se confinan en el texto, en la palabra, en el párrafo y en el lector de ensayos, antes que en la necesidad de sentido. Antes de enviar un trabajo a las editoriales el contenido se medita y se analiza en términos de rentabilidad, cosificando la génesis de sentido de sus reflexiones en un objeto impreso y derivándolo al mercado librero. La filosofía se ha convertido en un género literario con sus propios recursos estilísticos y con su propia industria editorial. No obstante tal comportamiento solo conduce hacia la frivolidad. Cuando la aspiración y donación de sentido se infravalora solo puede conducir a la pseudofilosofía. Y es lamentable que los filósofos no recuerden que la filosofía tiene una amplia gama de herramientas culturales para su propósito que no solo son la docencia y el ensayo: está el diálogo, la discusión, la acción social, la provocación, la crítica, el escepticismo, la analogía, la argumentación, la difusión y etc. En realidad cualquier disciplina puede ser el laboratorio de la filosofía y desde cualquiera se puede aspirar a donar sentido y a crear personas autónomas capaces de empoderarse de su contexto gracias a la filosofía. Pero superar el umbral de la zona de confort del texto es difícil. No existe motivación suficiente para arriesgarse y crear una cultura de filosofía práctica. Aún no ha llegado el momento de reconocer que la docencia y el ensayo no son suficientes y que la filosofía necesita ser útil a la ciudadanía creando, por ejemplo, una cultura ética o política de la que carecemos. De momento solo tenemos frivolidad, el eco lejano de lo que fue esta disciplina cuando aún servía para algo y podía trasformar a la sociedad.

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