Hijos del Romanticismo

El arte debía liberarse de la moral y de las convenciones sociales. Debía identificarse con la naturaleza

El doce de octubre de 1807 Friedrich Schelling pronunció un discurso en la corte de Baviera titulado "La relación del arte con la naturaleza", con motivo del cincuenta y un cumpleaños del rey Maximiliano. El filósofo, que residía en Munich desde el año anterior ocupando la presidencia de la Escuela de Artes, condensó en esta alocución toda la esencia de su pensamiento estético, que viene a ser la quintaesencia teórica que sustenta los fundamentos del arte del romanticismo. Schelling criticó sin tapujos el mundo académico de la Ilustración -y por extensión del Neoclasicismo, el último gran estilo "oficial" de la historia de Europa- como coartador de la libertad del artista y lo relacionó, en lo político, con el proceder de las monarquías autocráticas de Antiguo Régimen. Abogó por la eliminación de las autoridades académicas y de la imposición de toda tiranía ideológica que en lo estético mermara la creatividad artística. Para él, en arte no había dogmas, pese a considerarlo como una actividad sagrada, la única capaz de desvelar la huella de lo absoluto en el ámbito de lo terreno. El arte debía liberarse de la moral y de las convenciones sociales. Debía identificarse con la naturaleza, donde no existen tapujos ni cortapisas; el arte es la libertad misma. Lo verdaderamente esencial y definitorio del producto artístico, por encima de su mayor o menor calidad técnica o manufacturada -e incluso de la idea que lo alumbró- es su capacidad de atrapar al espectador, emocional y sentimentalmente. Para Schelling, las formas carecen de toda importancia si no se evidencia en ellas el espíritu que las anima; la técnica no sirve de nada si la inspiración o el sentimiento no han determinado el nacimiento de la obra de arte. La dificultad del arte estriba en la capacidad de captar formas, líneas o volúmenes penetrados por una vivacidad y anhelo totalmente alejados del oficio mecánico, del camino aprendido. La obra de arte, además, debe de ser sencilla e impresionar solo por la altura de su emoción y concepto, por la elevación de su pensamiento. Obvio es afirmar que todo el arte europeo posterior, hasta hoy mismo, es hijo intelectual de éste primer romanticismo. En el ámbito general del conocimiento, este período supuso un retroceso porque dilapidó el proceso modernizador de la Ilustración, resucitando teísmos y nacionalismos, pero en lo artístico creó una nueva concepción del creador que aún es la nuestra.

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