Hotel, dulce hogar

Lorenzo Caprile dice que echando cuentas le sale más barato que vivir en un piso. En qué piso, pienso yo

Lorenzo Caprile vive en un hotel. Lorenzo Caprile es un modisto de moda, es más, es el modisto de moda. Yo echo cuentas, a razón de, digamos, 100 € al día (seguro que es más) vivir en un hotel cuesta al mes unos 3.000 €, aproximadamente, más o menos, más si es un hotel de alto standing, un hotelazo, un hotel de esos que seguro que has estado pero por fuera. Y no mucho menos si es un hotel de menos standing. No veo al Caprile ese en un hotel de pocas maravillas, así que hagan cuentas. Lorenzo Caprile dice que echando cuentas le sale más barato que vivir en un piso. En qué piso, pienso yo. Se referirá al Palacio Real, lo menos. Además, el tal Caprile ese tiene la habitación del hotel en el que vive decorada a su gusto. Eso sí, le pilla cerca de su taller. Yo, la verdad, no he conocido a nadie que viva en un hotel, claro está que tampoco he conocido a todo el mundo. He conocido a gente que ha estado en un hotel, yo mismo, por ejemplo, varias veces, muchas veces, hoteles de medio standing, eso sí, de 100 € la noche, todo lo más. Y eso tirando por lo alto. También conozco gente que ha estado varios días, incluso hasta una semana, en un hotel, o varias, tirando por lo alto. Pero nadie que haya estado mucho más. Es lo que tiene vivir en una casa, no como todo el mundo, como pueden ver, que vivir en un hotel resulta extraño, frío, impersonal y además si vives en un hotel, ir a un hotel ya deja de tener encanto, el encanto de lo diferente, del viaje, de lo distinto, el hotel, la casa. Cierto es que tiene sus ventajas, está ya pagada la electricidad, el agua, el IBI, la lavandería, la limpieza, la wifi, si sigues así, es posible que hasta nos lo pensemos y todos empecemos a vivir en los hoteles. Coco Chanel vivía en un hotel. Coco Chanel, oh, Chanel, oh, Coco. Brilla el lujo por su fama de que es el lujo y el derroche o nada. Fernando Vizcaíno Casas fue un escritor y abogado laboralista que inventó el bestseller garrulo en los años 70 en España (vendía hasta 300.000 ejemplares, eso hoy en día no da ni para el felpudo de la editorial) y que tenía una habitación de hotel reservada siempre en el Palace de Barcelona con papel y sobres con su membrete personalizado. Ahora los que venden un millón de ejemplares ni siquiera viven en un hotel. Van en tartana a feria de libro por finde. Me pregunto si Lorenzo Caprile se llevará los botecitos de gel. A dónde. Por qué. Para qué.

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