HACE unos meses fui al auditorio de Roquetas de Mar a ver el conocido espectáculo Mayumaná. Después de más de una hora de brincos y de torpes combinaciones de ritmo el público despidió a estos presuntos artistas en pie y con una ovación que no se apagó hasta pasados más de quince minutos; yo, me quedé mirando absorto, preguntándome qué había visto y con una extraña sensación de impotencia por no entender nada. El mismo cuerpo se me quedó el domingo en el Estadio Mediterraneo, desde mi asiento no alcanzaba a comprender la actitud pasiva y exasperante de un equipo que solo debía hacer un poquito más para cerrar una campaña gloriosa, no encontraba explicación a por qué los aficionados aplaudían al Recreativo como si la vida les fuera en ello, me resultaba inconcebible que Álvarez Izquierdo continúe en primera sólo porque el colegio catalán lo ha impuesto… Fue sólo hace cuatro temporadas cuando un Almería agonizante y con Paco Flores al mando se jugaba su continuidad en la segunda división en el nuevo Colombino ante un Recre con remotísimas opciones de ascenso y que aquella tarde puso la carne, el asador y una intensidad como no se recuerda por aquellas tierras. Un gol de Lozano en el último segundo del descuento dejó a los rojiblancos en la categoría de plata y para los poco iniciados les aseguro que no hubo aplausos ni vuelta de honor, ningún aficionado onubense montó una fiesta ni se vivió ninguna escena surrealista. Del recuerdo no se vive pero tampoco de fomentar a pseudoaficionados que a diez euros asisten al campo como lo harían al corral de la pacheca y no saben distinguir el rojo del azul.

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