Indignidad

Si no es justo exigir la dimisión, no se la pida ni siquiera por cuestión de estrategia

Sé que es mucho pedir que nuestros políticos se comporten con dignidad en todos sus actos. Es pedir lo imposible, y ya estamos muy lejos de aquel mayo francés cuando el realismo exigía "pedir lo imposible". Son muchos los condicionantes que les envuelven y que les hacen modificar sus posiciones y desmentirse con harta frecuencia. En muchas ocasiones solo afectan a cuestiones secundarias y los que los oyen, sobre todo sus correligionarios, perdonan esos aparentes deslices con una especie de "pelillos a la mar". Por desgracia es el pan nuestro de cada día y ya no nos escandalizan. Pero no siempre son cosas perdonables. Hay contradicciones evidentes con sus principios y hablan y defienden cualquier cosa, aun estando en desacuerdo con aquellos principios. Da la impresión de que aquellas actuaciones que hemos calificado de livianas les sirven como de entrenamiento, incluso de trampolín para pasar a mayores. Y lo hacen sin rubor alguno. Es curioso, por ejemplo, que alguien que ante cualquier atisbo de irregularidad en otros partidos ponga el grito en el cielo, exigiendo poco menos que una condena a galeras, cuando son ellos los afectados tienen una reacción, que, según la vieja ley física, tiene la misma intensidad, pero en dirección contraria. Lo escuchado en Murcia estos últimos días con el caso de su presidente, y la actuación del coordinador general del PP es palmaria. Venir con la orden de defenestrar al presidente porque su situación judicial es insostenible, y, una vez conseguida la "dimisión", arremeter contra todos aquellos que han presionado para no tenerlo en cargo público tachándolos de "justicieros", es sencillamente, vergonzoso. Si no es justo exigir la dimisión, no se la pida ni siquiera por cuestión de estrategia. Y si ese presidente no puede seguir en el cargo, porque los cargos contra él son abrumadores, entonces no culpe a todos aquellos que, con razón, han postulado lo mismo que él ha venido a realizar. Y que todo lo que se le ocurra sea pedir unas mayorías absolutas para castigar a todos aquellos que él considera justicieros (cerrada ovación)…. esto es, creo, el colmo de la indignidad. Yo quisiera saber dónde pone este político los límites de lo digno o de lo indigno. Pero, en cualquier caso, no hay que ser muy sensible ante la dignidad para rechazar, de plano, ese comportamiento. Me siento francamente "indignado" por ese cúmulo de indignidades.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios